notitle
notitle

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Urbanista

La capital agoniza y no es capaz de reconocer el porqué de su castigo. El alcalde metropolitano, su alcalde, está convencido de que dejarle cicatrices en su cuerpo en forma de by-passes es la mejor manera de quererla. De la misma manera como aquel hombre muele a golpes a su pareja y al final le dice que la quiere. La diferencia es que el alcalde ni siquiera le pide perdón. Y repite una y otra vez la misma fórmula inservible (y que ha sido demostrada cómo inútil) para aliviar el tráfico y mejorar la movilidad. Dieciocho by-passes propone. Dieciocho heridas que no pararán de sangrar.

Si Lima fuera mujer sería una víctima más de esa violencia generalizada; se le repite incansablemente que no sirve para nada, que no saldrá adelante y que nadie la quiere. Lima se lo ha creído y no reacciona a los golpes ni reclama sus derechos. Ha perdido la esperanza y con ella la ilusión. Lima cree que el caos que lleva consigo es irreparable y que no vale la pena luchar por un mejor futuro.

No hay distrito que se salve de la ambición de más y más cemento en sus calles. No hay posibilidad de que esas obras mejoren en nada la ciudad; al contrario, la perjudican. La anulan, le quitan valor, la vuelven fea y desaliñada. Está muy atrás en comparación con sus colegas. Mientras que en Sao Paulo bajan la velocidad exitosamente, aquí quiere aumentarse. Mientras que en Ciudad de México aumentan los viajes en bicicleta, aquí atropellan ciclistas. Mientras que en Santiago promueven el transporte público, aquí obstaculizan la reforma. Mientras que en Bogotá quieren recuperar el sistema masivo de buses, aquí los metros se atascan.

Lima no puede sola. Lima necesita el apoyo de sus seres queridos, los ciudadanos que la habitan, que, aunque a veces no parecen quererla, sí saben que la necesitan. Lima nos necesita a todos para no dejar que la sigan acuchillando y para evitar que sus cicatrices sean tan grandes que sea imposible borrarlas, marcando para siempre su futuro. Eso no podemos permitirlo. Debemos exigir una visión de ciudad compartida por la cual luchar de manera conjunta. Sin miedo a la venganza de autoridades que creen que pueden hacer con ella lo que les da la gana. Sin miedo y con confianza, pues una mejor ciudad es posible y esa ciudad no incluye by-passes.