Sin subsidio no va

Se requieren facilitar el acceso a créditos para que las empresas aumenten sus flotas y reduzcan el tiempo de espera en los paraderos (Foto: Lino Chipana)

A casi cien días de la declaratoria del estado de emergencia, aún no hay medidas sustanciales con relación al transporte público. Parece que el “sálvese quien pueda” que el gobierno está a punto de decretar incluye el “muévase como pueda”, ya que el Ministerio de Economía y Finanzas aún no determina de qué manera va a subsidiar el transporte tradicional de buses.

Coincido con usted en que no cae muy bien que el Estado deba dar dinero a la “combi asesina”, protagonista de mil y un salvajadas, pues el sistema que hoy sufrimos es nefasto para los pasajeros y perverso para sus operadores. Sin embargo, el transporte público no es como un mercado que al convertirse en foco infeccioso puede cerrarse.

Los buses no pueden dejar de funcionar, especialmente, en un contexto de reactivación económica pues están trasladando a los trabajadores. Por supuesto, esta inversión pública requiere de condiciones que obliguen a finalizar la tan postergada reforma del transporte. Hasta hace poco el Estado tenía la sartén por el mango. Ahora, con el paro convocado por los transportistas para el martes, ya no sabemos.

El Estado peruano renunció a su rol rector en el transporte de pasajeros y, desde entonces, cree que no hay necesidad de invertir en el transporte público colectivo. ¿El resultado? El caos que tenemos hoy, un pésimo ejemplo de transporte autosostenible.

Y no, señores del MEF, eso no es lo que necesitamos. En el mundo, los sistemas de transporte operan con fórmulas mixtas de recaudación: pasajes, concesiones comerciales, publicidad y otros. Sin embargo, se necesitan fondos públicos para garantizar que el costo de los pasajes sea accesible pues si no, no podríamos pagarlo. Hoy, las personas cuyos ingresos pertenecen al último quintil gastan más del 50% de sus ingresos en moverse ¡y lo hacen en este terrible sistema!

El progreso nacional puede ser catapultado con un transporte que no nos deje heridos por siniestros de tránsito, que no devore horas de nuestras vidas restándonos productividad y calidad de vida. Y más aún, en un contexto como el actual, con buses que no propaguen el virus, especialmente a los más vulnerables. Justamente aquellos que viven tan lejos de sus centros de trabajo que no pueden migrar a otro modo de transporte y que deben subirse, inevitablemente, al bus… a ese bus en el que ustedes, señores del MEF, no quieren invertir ni un centavo. Gracias, por nada.

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