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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Cada vez son más frecuentes las acciones de ciudadanos en defensa de sus áreas verdes. Antes esto era muy raro, pero hace ya varios años que casos de defensa de palmeras o en contra de la tala de árboles se hacen sentir en la ciudad. Pareciera, además, que quienes más preocupados están por su entorno verde son los vecinos que viven en los distritos más consolidados y con mejores servicios de la capital. Recuerdo casos en San Isidro, Miraflores, Jesús María, Chorrillos, Barranco y ahora Magdalena. Esto no es de extrañar. Si vemos los resultados de las encuestas de Lima Cómo Vamos, pareciera que estos vecinos son más exigentes y conscientes en cuanto a aspectos ambientales, a diferencia de aquellos de distritos menos atendidos. La desigualdad urbana se refleja en estos resultados. Aquellos vecinos que tienen resuelto su recojo de basura, cuentan con serenos eficientes y sus áreas verdes están cuidadas, están más prestos a preocuparse por los detalles que mejoran su calidad de vida. Por el contrario, en distritos con pocos recursos y malos servicios, las exigencias giran en torno a cuestiones más básicas como la instalación de agua y desagüe, la iluminación o el asfaltado de la pista. Los parques y los árboles (si los hubiese) pasan a segundo plano y, si alguien los va a talar, no resulta demasiado importante.

Por eso, llama la atención que las autoridades no sepan cómo actuar cuando se ven en la decisión (válida o no) de retirar árboles o áreas verdes de un distrito. Pareciera que, en ese momento, sus gerencias de participación vecinal o sus áreas de prevención de conflictos se fueran de vacaciones. Cuando la autoridad debe tomar una decisión poco popular, por lo menos debe informar adecuadamente a los vecinos. Debe explicar las razones del retiro de los árboles, si estos serán trasplantados y cómo se compensará la reducción de área verde. Seguramente algunos vecinos no estarán contentos con la información que reciban, pero el municipio cumplió su rol: informar y presentar un plan de acción.

Un ejemplo simple y muy barato de información es el que vi en una calle en Londres. Un árbol iba a ser talado y por semanas ese mismo árbol tuvo un letrero amarrado a su tronco que anunciaba el porqué. En ese caso era producto de una enfermedad que había matado al árbol y podría caer y herir a alguien. Estoy segura de que el costo de la colocación de ese cartel es mucho menor a lo gastado, en los últimos días, por un distrito limeño en la gestión de crisis y en la afectación a su reputación. En este caso, lo barato (y transparente) no sale caro.