notitle
notitle

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

En estas últimas semanas, para variar, una serie de sucesos han demostrado cómo para nuestra ciudad (y autoridades) el peatón es invisible. No, no es que regulen de manera poco eficiente, sino que, en muchos casos, ni siquiera cuestionan los impactos en los peatones ni, mucho menos, sus necesidades. Ignoran que el 25% de viajes al día sean peatonales y que todos aquellos que se mueven en bus y otros medios de transporte, incluyendo los autos, también caminan.

En primer lugar, una foto que circula en redes sociales nos muestra cómo la colocación de una reja en el corredor del Metropolitano obstaculiza el crucero peatonal. La razón: impedir el paso de los autos que, por supuesto, incumplen las normas. Sin embargo, al interponer esa acción, perjudican también a todos aquellos que caminan y cruzan esa calle. Claro, pero por qué hacerlo de una manera que anula también el derecho de los peatones, y, en muchos casos, quienes también son usuarios del Metropolitano. ¿Qué se podría hacer distinto? Por ejemplo, colocar bolardos (separadores individuales) que impidan el paso de los autos pero sí permitan el de los ciudadanos a pie.

Por otro lado, otro caso nos muestra lo desprotegidos que estamos todos los que usamos el transporte público para movernos. Han suspendido la ruta conocida como La T o La Morada como sanción por el último accidente en el que, literalmente, se desmembra el pie de una chica, mientras esta cruzaba la calle por un crucero peatonal. Un testigo narró cómo, en medio del caos, la chica yacía desvanecida mientras su pie estaba tirado a varios metros de su cuerpo.

Independientemente de quién tiene la culpa del accidente y del importantísimo rol que juega el (mal) diseño de la intersección en la que ocurrió y la ausencia de tiempo semafórico peatonal, el problema es que, de nuevo, la autoridad cree que la sanción correcta para una empresa de bus (o concesionario) por una falta de esta naturaleza implica también castigar a los usuarios. La suspensión de la ruta no solo afecta al chofer involucrado, sino también al resto de choferes, pero, sobre todo, a los usuarios de esa ruta, quienes, por sesenta días deberán cambiar sus recorridos. ¿Hasta cuándo seguiremos aceptando una ciudad que nos mata a diario? En uno de los paraderos de la T, había un letrero escrito a mano que decía que el bus ya no pasaba en protesta por el accidente ocurrido con esta pobre chica. Una expresión resumía nuestro sentir: "ESTO DEBE PARAR". Quien lo escribió tiene toda la razón.