Soy, dice la columnista, una firme creyente de que podemos vivir en ciudades y territorios que nos ofrezcan calidad de vida.
Soy, dice la columnista, una firme creyente de que podemos vivir en ciudades y territorios que nos ofrezcan calidad de vida.

Aunque suelo empezar el año con optimismo y soy, a pesar de todo, una firme creyente de que podemos vivir en ciudades y territorios que nos ofrezcan calidad de vida, en esta ocasión, y a un día del aniversario 486 de Lima, mi optimismo se encuentra algo alicaído. No sé si son las muertes por colectivos que ocurrieron durante las fiestas navideñas, o el recrudecimiento de la pandemia que nos vuelve a tomar desprevenidos, o la constatación de que gran cantidad de espacios públicos siguen aún clausurados mientras se ignora la evidencia científica que dice que la mayoría de contagios ocurre en entornos cerrados.

Tampoco ayuda el ver cómo en el arranque de la campaña electoral algunos candidatos y candidatas que nunca jamás se han preocupado por la ciudad, hoy de pronto empiezan a lanzarle flores, a proponer utopías y, por supuesto, a caminar por sus cerros y espacios públicos. Hasta se suben a buses que ni siquiera utilizan, ¡caraduras!

Pero la verdad es que no vemos mayores avances en la capital y ni siquiera la presión de la pandemia pudo hacer comprender del todo que necesitamos una ciudad con escala humana, con transporte público de calidad y con espacios públicos abiertos y libres. Entonces, ¿cómo encontrar motivos para celebrar?

Como siempre, la esperanza no se encuentra en quienes figuran visiblemente en puestos de poder o pretenden llegar a ellos. En realidad, son los que vienen los que podrían –cruzo dedos– ayudarnos en la transformación. Mi optimismo hoy se sustenta en los cientos, en los miles, de ciudadanos que nos escriben a lo largo de los meses para pedir información para sus investigaciones, datos para sus propuestas, argumentos para sus luchas y energía para recargar la suya y compartirla con sus comunidades. Son ellos quienes ahora transforman sus barrios y quienes, colectivamente, transformarán sus ciudades. Esta es la Nueva Generación Urbana a la que tanta esperanza le tengo.

Finalmente, aprovecho para invitarlos a todos –pero especialmente a quienes postulan– al III Foro Ciudades Cómo Vamos: “Propuestas con evidencia para un cambio colectivo”, que se llevará a cabo los días 26, 27 y 28 de enero. Tiene como objetivo compartir enfoques, evidencia y propuestas en torno a las ciudades del país, y permitir socializar los esfuerzos multi-actor que se realizan para la mejora de las urbes del Perú, con el fin de acelerar la conversión de nuestro país en un país de ciudades de calidad para la gente. Se presentan investigaciones de ciudades como Lima, Callao, Chiclayo, Arequipa, Cajamarca y Piura. Además, se adelantan los resultados de diez años de data urbana para el caso de la capital. El registro y programa se encuentran disponibles en

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