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Redacción PERÚ21

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Urbanista

Aprovecho la columna Bienes y servicios "para pobres" que escribió Patricia Teullet en este mismo diario para continuar con su reflexión, pero desde la perspectiva urbana. Al igual que lo que ella plantea con relación a los bienes y servicios, las ciudades se diseñan y construyen pensando en quiénes serán sus habitantes. Por ello, si los que vivirán son "vecinos", la calidad del entorno urbano será mejor que si el mismo espacio fuera habitado por "pobladores".

Esta diferenciación no solo tiene que ver con la capacidad recaudatoria de los municipios, que en los distritos con familias con mayor nivel socioeconómico es más alta, sino con las decisiones que se toman en cuanto a las grandes inversiones. Por ejemplo, es el caso de una propuesta para una de las líneas del metro que proponía hacerlo subterráneo cuando cruce los distritos más caros, pero construirlo elevado cuando atravesaba las zonas más pobres de la ciudad. Recuerdo la respuesta que me dieron cuando les hice notar tamaña desigualdad: "Pero si van a tener un tren, ¿por qué se quejarían?", minimizando el derecho de todas las personas a tener una ciudad más bonita y con mayor valor urbanístico. Luego, surgieron los argumentos sobre el tipo de suelo y la técnica constructiva y el del costo: hacerlo subterráneo es más caro que hacerlo elevado. Sin embargo, la decisión de dónde invertir más dinero y en dónde no suele ser hecha considerando quiénes son los ciudadanos que habitan en esa parte de la ciudad. Con este tipo de acciones se perpetúa la inequidad y se consolida la brecha entre unos vecinos y los otros.

De la misma manera, la calidad del entorno urbano no solo tiene un impacto urbanístico, paisajístico y económico (siguiendo con el ejemplo anterior, el suelo alrededor de un metro subterráneo vale mucho más que el de los terrenos ubicados cerca de uno elevado), sino que también determina la calidad de vida y –más grave aún– las posibilidades de morir antes o después. Esto último se demuestra si se analizan los lugares donde ocurre la mayoría de accidentes de tránsito fatales. Son las zonas más pobres y con menos calidad urbana, aquellas en las que más personas mueren atropelladas o al interior de los vehículos. La pobreza trae consigo un sinfín de problemas sociales, familiares y emocionales. Sabemos lo difícil que resulta romper el círculo de pobreza y, en lugar de que desde el gobierno se facilite el camino a quienes se encuentran en esa situación, se invierte en que su destino continúe siendo el mismo.