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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Cuando hablamos de planificación urbana y, en general, de ciudades, inmediatamente pensamos en la capital y en otras ciudades importantes del país como Arequipa o Trujillo. Pensamos en el tráfico, en la contaminación y en la inseguridad. Recordamos la intensidad con la que se vive en ellas. La rapidez, el estrés y el mal humor son atributos y emociones propios de la vida en la ciudad.

Pocas veces nos viene a la mente otro tipo de ciudades. Las ciudades pequeñas, las ciudades medianas, las ciudades intermedias. Tampoco las ciudades que conectan otras ciudades, las que se expanden tanto que son absorbidas por el área metropolitana de la ciudad del costado y las ciudades de frontera. Otras ciudades olvidadas son las de la selva. Quizá algunos recuerden a Iquitos, pero pocos piensan en Pucallpa, Chachapoyas o Puerto Maldonado.

En este momento me encuentro visitando por primera vez "Puerto", como cariñosamente le llaman sus habitantes a Puerto Maldonado. La ciudad ha crecido considerablemente en poco tiempo producto del boom del negocio en la zona, por supuesto, la minería ilegal. La población se ha multiplicado y es ahora un destino interesante para personas que vienen de Cusco y de Puno. Además, la Interoceánica ha conectado Puerto Maldonado con el país.

Por supuesto, quedan pendientes muchos asuntos, como la adecuada expansión y el ordenamiento territorial. El potencial de estas ciudades es inmenso y no parece ser tomado en cuenta. Además, los ciudadanos aún están molestos por la vía principal que empezaron a asfaltar en el ardor de la campaña electoral cuya construcción, una semana después de las elecciones, fuera abandonada. El gran asunto es que, como país, debemos darnos cuenta de que no basta con intentar resolver los problemas de las grandes ciudades, sino que debemos atender a todas las demás para que, cuando sigan creciendo, lo hagan correctamente: ellas no solo son el presente, son el futuro.