notitle
notitle

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Juan Claudio Lechín,Desde Nueva YorkAnalista político

Elizabeth Burgos en su artículo El crimen de María Corina Machado dice: "el castrismo ya es parte de la estructura mental del comportamiento político del latinoamericano, de allí el milagro que significa el surgimiento en Venezuela de una generación de jóvenes libres de esta tara congénita". Este es un punto fundador en la política continental, pues incluso la derecha vivió respondiendo las iniciativas de sus operadores locales (la mal llamada izquierda). Mas aún, Castro logró insertarse en la familiaridad del continente, y esto terminó por convertirse en una memoria afectiva.

María Corina personifica esta ruptura no por vía de la oposición, que sería otra forma de vincularse, sino por superación. En la carta que le envía a Castro (2012) no vemos la queja de la víctima ni está condicionada por sus redes psicológicas —cosmovisión, sentimiento y lenguaje con que atrapó afectos y opiniones. En esa carta, ella simplemente lo revela; no lo insulta. Hoy los jóvenes salen a las calles también a revelar al castrismo, no a insultarlo, y es así que, por primera vez, el mundo ve su horrendo cuerpo desnudo, su naturaleza miserable y ruin, su abusivo colonialismo, que hasta ahora mantuvo escondido detrás de una máscara de rebelión, juventud, esperanza y pueblo.

María Corina tiene las características del caballero andante: es valerosa, hermosa, inteligente y generosa. Pero un estadista, que es el rol que a ella le toca jugar hoy en la historia, debe ser además frío en su cirugía. No habrá liberación de Venezuela sin la derrota completa del castrismo. Y esto significa no solo combatirlo localmente sino asfixiarlo globalmente: quitarle los cínicos salvavidas de la UE, la validación política que todavía tiene en el mundo y en las tontas-ingenuas universidades y fundaciones norteamericanas. Solo María Corina puede hoy operar, con legitimidad internacional, esta ofensiva final que es diplomática y propagandística. Si no apuntamos a las entrañas del verdadero monstruo, los jóvenes venezolanos perderán la calle y con ello el país. Ojalá ella sea el frío Bolívar que deja Venezuela para triunfar y no el soñador Miranda que va para ser derrotado.