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[OPINIÓN] Richard Arce: “¡Salvados por la campana!”
Por tanto, no hubo debate y menos siquiera un llamado de atención de sus colegas ante tanta evidencia del comportamiento gansteril de esta congresista fujimorista.
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La noticia de la extradición del expresidente Alejandro Toledo ha sido el titular de los principales tabloides del país, permitiendo que el otro escándalo de las congresistas ‘mochasueldos’ pase desapercibido al extremo de que hoy varias de ellas siguen despachando sin ningún desparpajo.
El de la congresista Cordero Jon Tay es el más escandaloso porque, aprovechando la semana de representación, se le ha visto campante en el Congreso continuando con su labor parlamentaria como si nada hubiera pasado. Lo mismo sucede con la hermana de Acuña, que también esta involucrada en estos ilícitos.
La Subcomisión de Acusaciones Constitucionales ha dado trámite a la denuncia constitucional que le han interpuesto a Cordero desde su propia bancada, pero con la sorpresa de tener solo a dos congresistas presentes en la sesión y el resto siguiéndola de manera virtual como muestra de desprecio de este Congreso.
Por tanto, no hubo debate y menos siquiera un llamado de atención de sus colegas ante tanta evidencia del comportamiento gansteril de esta congresista fujimorista. En realidad, es una vergüenza para el Parlamento que la sigan manteniendo en funciones; es simple suspenderla, siquiera por decoro, pero no lo van a hacer porque ya saben: otorongo no come otorongo.
No debemos olvidar que a estos casos se suman las investigaciones fiscales contra los llamados congresistas ‘Niños’ que sumarían 60 según las pesquisas fiscales, por lo que se requiere es una acción concreta del Congreso para suspenderlos y llamar a sus accesitarios a asumir las funciones mientras duran las investigaciones.
Pero nuevamente nos topamos contra la impunidad de estos congresistas en complicidad de sus colegas que juegan con el procedimiento parlamentario para mantener la impunidad; ya ni les importa el nivel de desaprobación ni que, además, ahora son víctimas de agresiones verbales y físicas de parte de la población, les resbala.
La suerte está echada para este Congreso desprestigiado, más aún si sus integrantes se muestran cómplices con estas prácticas vedadas que merecen sanción. Al final, sus actos arrastrarán a todo el Parlamento y terminarán siendo disueltos por la calle, es un vaticinio inexorable.
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