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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Tenemos un país cuya élite empresarial nos dice que estamos a un pasito de la OECD. Una clase política que es un fiel reflejo de la falta de capital humano que enfrenta el país y ciudadanos completamente distanciados de la política.

Douglass North sostenía que la diferencia entre un país desarrollado y uno en vías de desarrollo es que el primero tiene un orden social de acceso abierto y el segundo uno de acceso limitado a las instituciones económicas y políticas. En el de acceso limitado, este está condicionado a características personales y basado en las relaciones entre la élite. En el de acceso abierto, las relaciones personales o de élite no son determinantes: no importa quién seas, todos los ciudadanos tienen acceso a los mismos derechos y obligaciones. En los de acceso limitado, como Perú, el crecimiento económico no es suficiente para el desarrollo, pues este está basado en la exclusión, los privilegios y la apropiación de rentas.

Hemos logrado reducir la pobreza monetaria a 21%, pero 33% de la población es considerada como clase vulnerable porque corren el riesgo de caer en pobreza ante cualquier eventualidad. Estos no solo no pueden cubrir sus necesidades, sino que, además, sufren de exclusión y discriminación.

Hace unos días, en un club al sur de Lima, un trabajador administrativo fue despedido porque osó lavarse las manos en el baño de los socios. Un valiente socio, quien además está en la directiva, lo denunció. Y una familia se quedó sin ingresos. ¿Por qué en el Club Regatas hay baños diferenciados para las empleadas domésticas? ¿Son buenas para criar a nuestros hijos pero no para usar el mismo water?

La discriminación como la que vivimos impide la cohesión social. Si queremos llegar al desarrollo, tenemos que romper privilegios y desterrar desigualdades que son la base de la exclusión. Necesitamos terminar de una vez con los ciudadanos de segunda categoría.