Papa Francisco recibe bandera venezolana (YouTube/CTV)
Papa Francisco recibe bandera venezolana (YouTube/CTV)

Hoy domingo, los líderes opositores celebran elecciones internas con un régimen que se siente fortalecido porque logró dividir al pueblo opositor que conforma la inmensa mayoría del país. Fortalecido porque impuso una Asamblea Nacional Constituyente con poderes plenipotenciarios. Y ese secuestro definitivo del país fue cocinado mientras ese pueblo enfrentaba las balas, con los muertos que ya fueron olvidados, como fueron olvidadas las calles que retomaron la rutina con el silencio de un pueblo envuelto en el desaliento.

Mientras tanto, los factores reales de poder internacional siguen manejando sus hilos. Algunos se dejan colar, como el encuentro del Secretario del Estado del Vaticano y el presidente Putin.

La voz de los Estados Unidos ha tenido presencia, pero esta vez su manejo mesurado se puede captar cuando el subsecretario del Departamento de Estado para el Hemisferio Occidental insistió en la preferencia de Washington por una “solución pacífica acordada por los venezolanos”.

En Colombia, el Santo Padre pisaba el suelo donde las FARC anunciaron su partido político con el logo de una flor. Y los obispos venezolanos lograban una audiencia.

¿Pudo tener algo que decir Bergoglio de las conversaciones sobre Venezuela entre los factores reales de poder y Castro? Cualquiera que haya sido la conversación, la definición del régimen como ‘marxista y totalitario’, pronunciadas por el cardenal Urosa, marcan la posición de la Iglesia venezolana.

Despido esta columna con la imagen de un niño venezolano entregándole al Papa una banderita de Venezuela, sin entender, por su inocencia, que hoy su país, por haber perdido su soberanía, es una marioneta manejada por los poderes internacionales.

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