¿En manos de quién estamos?

Como sabemos, el primero de octubre el gobierno federal de los Estados Unidos inició un cierre parcial de sus operaciones. El miércoles, a pocas horas de encontrarse el gobierno sin fondos para cubrir sus deudas nacionales, los demócratas lograron torcer el brazo republicano, no sólo ampliando los niveles de deuda sino, además, reabriendo la totalidad de las operaciones.
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Juan José Garrido,La opinión del directordirector@peru21.com

A todas luces, una victoria del mandatario y sus aliados.

Las desavenencias entre los republicanos y los demócratas con el presidente a la cabeza sobre la principal apuesta gubernamental ("Obamacare", programa estatal de protección y acceso a la salud), casi genera una crisis económica global. Según diversos estudios, cada semana de cierre parcial significaba entre 0,2% y 0,5% de crecimiento anualizado. Para un país que crece a tasas estimadas de 2%, el impacto es gigantesco. Y si tomamos en consideración que EE.UU. representa cerca del 20% de la producción global, el impacto es megagigantesco para quienes representamos una pizca de la contribución.

Con todo y ello, los republicanos paralizaron al gobierno federal y parecían envalentonados a llevar sus acciones hasta las últimas consecuencias. Entre todo, eran 16 las demandas presentadas por los opositores. ¿Qué sacaron al final? Nada. Ni una concesión. Absolutamente cero.

En el Perú, lamentablemente, las cosas son al revés. El líder de un partido político con graves acusaciones, sustentadas con múltiples pruebas y testimonios, pone al gobierno en jaque por una pequeñez. En otras palabras, el gobierno prefiere ceder ante la advertencia pública de su pequeño aliado, quien se encuentra cercado por diversas irregularidades según consta en sendas denuncias, aun cuando dicho blindaje termine perjudicando al gobierno.

Para el líder de la chakana, esto es historia conocida; recordemos que vivió circunstancias muy parecidas en su alianza con el FIM. O el gobierno es demasiado irresponsable y está pagando las consecuencias de su inexperiencia, o don Alejandro Toledo sabe más de lo que debe. ¿Hay otra explicación?

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