Hoy en el Congreso se pondrá nuevamente a prueba aquello que los psicólogos denominan el ‘principio de realidad’ en sus integrantes, porque el plan de la devolución de fondos de la Oficina de Normalización Previsional (ONP) es un disparate que solo dañará gravemente el presupuesto nacional.
Claro que tampoco se puede excluir la mala fe y el más vulgar interés electoral, pero propuestas como esa demuestran que el divorcio parlamentario con la realidad de esas mayorías, a las que afirman defender, es absoluto.
Ante la amenaza de aprobar la ley por insistencia, el presidente de la República, Francisco Sagasti, ha anunciado que si así ocurriera, la llevará al Tribunal Constitucional, que los peruanos esperamos que esté a la altura de las circunstancias y los tribunos no pretendan lavarse otra vez las manos –no todos, es cierto– como ocurrió con lo de la vacancia.
Sagasti fue enfático en señalar los perjuicios que ocasionará no solo al equilibrio financiero sino a los propios adultos mayores de 65 años –aproximadamente 600 mil aportantes– que se quedarían sin pensión. En lugar de ir a una fórmula intermedia, como la que planteó la gestión saliente del Ministerio de Economía y Finanzas, un sector del Congreso, encabezado por legisladores de Podemos, está empujando lo de la insistencia, al tiempo que azuzan, a través de sus redes sociales, a miles de personas a dirigirse al Parlamento a hacer huelgas de hambre e incluso a amenazar a la actual titular de la Mesa Directiva, Mirtha Vásquez.
El identikit de la demagogia y el populismo irresponsable está pues completo, como si la tumultuosa caída de Merino y su entorno no hubiese sido producto de una protesta masiva contra un Congreso que legisla sistemáticamente en beneficio de intereses opuestos a los del país. No es la ignorancia en los principios de la economía lo que explica a estos grupos parlamentarios, sino el objetivo de manipular a los jubilados de hoy, deslumbrándolos con espejismos monetarios, pensando solamente en los votos de mañana.