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¡Malhaya quien dijo amor!

"Caemos repetidas veces en las trampas de políticas populistas que aparentemente son positivas, pero terminan siendo muy perjudiciales para la sociedad y solo benefician a un grupo de interés”.

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Luis Carranza
"Esta marinera refleja muy bien la naturaleza humana, una naturaleza contradictoria, muy emotiva. Nuestro cerebro representa el 2% de toda nuestra masa, pero consume 25% de la energía". (Foto: Midjourney / Perú21)
Fecha Actualización

Estoy por irme o quedarme, / por quedarme quiero irme. / Si me voy con quien lo dejo, / ¡qué hago para despedirme!

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Esta marinera refleja muy bien la naturaleza humana, una naturaleza contradictoria, muy emotiva. Nuestro cerebro representa el 2% de toda nuestra masa, pero consume 25% de la energía. Pensar implica un uso intenso del cerebro con alto consumo de energía, por lo que a lo largo de miles de años desarrollamos formas intuitivas y automáticas que nos ayudan a tomar decisiones de manera rápida y eficiente, pero que, a veces, nos llevan a formar prejuicios, a interpretar la realidad con base en los fenómenos temporales o cambiar de opinión respecto a ciertos hechos luego que los peligros desaparecen.

Esta argumentación la podemos ver reflejada en muchísimos ejemplos. El más patético de todos es lo que está ocurriendo en Bolivia ahora. El presidente Luis Arce salió a explicar, a inicios del mes, por qué Bolivia está en problemas. Le echa la culpa a las políticas económicas del Gobierno de Evo Morales, que se quemaron todas las reservas y no se hicieron exploraciones para encontrar más gas, por lo que se quedaron sin gas y sin reservas. El problema con Arce no es solamente que él fue ministro de Economía durante casi todo el Gobierno de Evo, sino que se paseaba por el mundo hablando maravillas de los resultados de estas políticas. Ahora, no solo desconoce su creación, sino que le imputa la paternidad a Evo, pero lo peor es que no está haciendo nada por resolver el problema.

En general, cuando los países asumen medidas populistas desproporcionadas que aumentan el gasto público con bonos y regalos, son aplaudidos por la gente. Luego, como estas medidas populistas no se pueden financiar permanentemente, viene el proceso de ajuste, usualmente liderado por el FMI, que es la única institución que da créditos a Gobiernos quebrados con condiciones de aplicar políticas de estabilización. Al final, la gente se enoja con el FMI y lo considera responsable de sus males, cuando los verdaderos responsables son considerados héroes sociales.

Con la llegada de Chávez en Venezuela, se advirtió el gran peligro que significaba para la democracia, pero la población venezolana no hizo caso a estas advertencias y endiosó la figura de Chávez, que dilapidó los recursos del petróleo. Al final, cuando los ingresos petroleros se desplomaron por la menor producción y la corrección en los precios, la economía venezolana dejó de funcionar y la pobreza y la miseria se dispararon. Aunque parezca increíble, todavía hay un buen porcentaje de venezolanos que mantienen un buen recuerdo de Chávez y le atribuyen todo lo malo a Maduro.

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En las sociedades con pobreza o alta desigualdad las promesas populistas tienden a ser favorecidas en las elecciones, porque la gente tiene la ilusión de que van a estar mejor o porque creen que no pueden estar peor y que un mal presidente solo afectaría a los ricos. Paradójicamente, los pobres junto con las clases medias terminan siendo los más perjudicados, mientras que los ricos encuentran mecanismos de protección o incluso terminan beneficiándose muchísimo a corto plazo mientras dura el auge populista.

En nuestro país, sin llegar todavía a los extremos de Venezuela o Bolivia, caemos repetidas veces en las trampas de políticas populistas, que aparentemente son positivas, pero terminan siendo muy perjudiciales para la sociedad y solo benefician a un grupo de interés.

Sin lugar a dudas el caso más patético de todos es Petroperú. Desde un inicio se sabía que el aumento de la utilidad operativa por la nueva refinería no iba a compensar el aumento de la deuda, con lo cual la empresa pasaba a estar técnicamente quebrada. ¿Por qué la sociedad no reaccionó ante este atropello? Evitar ese despilfarro en su momento hubiese sido más fácil, pero usualmente no queremos pronunciarnos cuando las cosas son “políticamente sensibles” por temas patrioteros. Recién hemos reaccionado cuando los perjuicios eran evidentes.

¿Qué haremos en unos años cuando no podamos trabajar y no tengamos un centavo de pensión? ¿A quién le echaremos la culpa de nuestros males: a este Congreso o al Gobierno de ese entonces? Porque nunca es nuestra culpa, ¿cierto?

En Iquitos, se lamentan por el bajo crecimiento y el aumento de la pobreza. ¿Qué hizo la sociedad loretana cuando se hizo imposible explotar petróleo? ¿Qué están haciendo ahora?

En Cajamarca, la población pedía “agua sí, oro no”. Hoy, Cajamarca es la región más pobre del Perú: sin agua, sin oro, sin empleo. ¿Qué hicieron? ¿Qué están haciendo?

En Cusco, las disputas de las comunidades por apropiarse de la “renta” del turismo está causando serios problemas a los turistas. ¿Qué está haciendo la sociedad cusqueña ahora? ¿Qué hará en unos años cuando los turistas dejen de venir?

Habiendo empezado con marinera debo terminar con marinera.

A muchos conozco yo/ que de su mal tienen culpa/ y luego dan por disculpa/ que el diablo los engañó.