Joaquín Salvador Lavado, el entrañable Quino, fue el creador de Mafalda. (Foto: Reuters / Eloy Alonso)
Joaquín Salvador Lavado, el entrañable Quino, fue el creador de Mafalda. (Foto: Reuters / Eloy Alonso)

Quino, el papá de mi amiguita de la infancia, Mafalda, ha muerto.

Mafalda era una niña rebelde en medio de un mundo machista, en el que si a las mujeres no se les escuchaban, las niñas simplemente no existían. Mafalda es una revolucionaria fundadora.

La maravilla de la pequeña Mafalda es que levantaba su voz y se enfrentaba a los más poderosos con la pequeñez de su cuerpo y la inocencia de su edad; eso la hizo gigante y mítica.

Citar sus frases, recordar sus dibujos, y ocurrencias en estas líneas es imposible, pero sabemos que siempre estaba al día con las noticias, leía los periódicos, y observaba su globo terráqueo como un científico a un insecto. Los acontecimientos mundiales eran comentados con crudeza e ironía.

Mafalda quería un mundo justo, libre, igualitario, respetuoso de las mujeres y los niños y, claro está, de las niñas como ella.

Les hablaba a los adultos enrostrándoles sus incoherencias. A veces, inclusive, se burlaba de sus padres, porque el respeto no lo daba la edad sino el conocimiento y la coherencia.

Mafalda exigía su derecho a elegir lo que le gustaba, e incluso a estar despeinada por la libre expresión de su pelo.

Mafalda estaba en contra de la guerra en plena Guerra Fría, desafiaba al Papa, a los gobernantes, y sin perder un milímetro de ternura, ni una gota de dulzura, por eso la amamos.

Quino ha partido pero Mafalda se queda con nosotros para siempre.

El tío Quino creó un universo y unos personajes que para quienes somos, digamos, promoción, son nuestra familia.

¡Hasta siempre Quino!

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