Luna en la sombra

“Los partidos políticos que condujeron a esos delincuentes a ocupar esos cargos son incapaces de asumir su responsabilidad”.
José Luna Gálvez renunció al partido Solidaridad Nacional. (USI)

La mafia que extorsiona, tortura y roba a los comerciantes de La Victoria se llama Los Intocables Ediles. Su nombre corresponde a los cargos que sus integrantes ocupan en la municipalidad de ese distrito: el cabecilla es el alcalde; sus cómplices, regidores. La madrugada del viernes la Policía detuvo a parte de ellos.

Los Intocables Ediles forman parte de “La mancha amarilla”, una red de burgomaestres delincuentes catapultados por dos agrupaciones políticas: Solidaridad Nacional de Luis Castañeda Lossio y Podemos Perú de José Luna Gálvez. La segunda ha inscrito postulantes a las elecciones municipales gracias a un favor de los funcionarios de la ONPE que tuvieron que ser destituidos después de conocerse las contemplaciones que la Secretaría General de ese organismo había tenido para con esa agrupación.
Las conversaciones de la banda Los Cuellos Blancos del Puerto permitieron establecer que uno de los integrantes del Consejo Nacional de la Magistratura que debía investigar al jefe de la ONPE que le dio el pase a la agrupación de Luna, Iván Noguera, estaba vinculado a su investigado: su esposa tenía un alto puesto en Telesup, la universidad del propietario de Podemos Perú.

Gracias a uno de los audios, se descubrió que el consejero Noguera le ofrecía a uno de los jueces corruptos del Callao firmar un convenio con Telesup, cosa que le implicaría claros privilegios.

La corrupción que infiltró la ONPE fue ensombrecida rápidamente por la corrupción en el Consejo Nacional de la Magistratura, y José Luna, el dueño de Podemos Perú, el partido que se inscribió irregularmente, y de la universidad utilizada para la prebenda entre un consejero y un juez corrupto, se escabulló entre la neblina limeña.

Ninguna fiscalía lo ha comprendido entre los investigados y, sus candidatos, los que no cayeron con Los Intocables Ediles, siguen haciendo campaña municipal.

Pronto, la corrupción en la Corte Superior del Callao y en la Corte Suprema de la República terminó de distraer incluso a los fiscalizadores más acuciosos. Las mentiras públicas en las que incurrió el recién elegido fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, para intentar desvincularse de su dilecto amigo el juez supremo César Hinostroza, terminaron de robarle protagonismo.

Los municipios tienen alcaldes y regidores que caen en megaoperativos realizados por la Policía contra el crimen organizado. Los partidos políticos que condujeron a esos delincuentes a ocupar esos cargos, son incapaces de asumir su responsabilidad. Jueces de las más altas nominaciones se comportan y hablan como prontuariados. El fiscal de la Nación miente.

A los congresistas se les conoce como “los otorongos” porque tapan y defienden a sus colegas corruptos y mentirosos.

Que no nos sorprenda cuando un pasajero golpea al chofer que no detiene el bus fuera del paradero donde él se quiere bajar; o que un grupo de personas saquee un camión que se acaba de volcar, en lugar de auxiliar al chofer herido.

Esas personas están emulando a sus autoridades, se están comportando como se comportan ellas.

Si el Gobierno y los políticos decentes no reaccionan, la anarquía se abrirá paso. Los líderes que no integran algunas de las mafias arriba mencionadas no pueden fallar. No pueden blufear. No pueden dejar de considerar la rabia que sienten los ciudadanos. El desasosiego de la población se está transformando en hartazgo, en empacho de violencia y corrupción.

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