PPK
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La reaparición en público del presidente Pedro Pablo Kuczynski con el congresista Kenji Fujimori ha reforzado las conjeturas de ese 78% de la población que –según Pulso Perú– cree que el mandatario negoció el indulto a Alberto Fujimori con su hijo, a cambio de su abstención, y la de otros nueve congresistas, en la votación del pedido de vacancia presidencial.

No es todo. La invitación del jefe de Estado al menor de los Fujimori para que lo acompañe, el último jueves a Puno, a supervisar labores de gobierno ha despertado también las iras de ese sector del fujimorismo “institucional” que representa Fuerza Popular. Su vocero, Héctor Becerril, no ha escatimado en sus diatribas contra su ex compañero de bancada, a quien no ha tenido reparos en comparar con Vladimiro Montesinos, el todopoderoso asesor de don Alberto en la década de los 90.

Desde esos mismos predios, Carmen Lozada, otrora congresista fujimorista, le ha enrostrado a Kenji su desconocimiento de la labor fiscalizadora del Legislativo. “Más te gusta pasear en avión con PPK recordando cuando eras hijito de papá”, le ha espetado.

Kenji, en tanto, prefiere mantenerse al margen de las críticas; o en el mundo de Asgard, como él mismo suele decir. Son sus ‘Avengers’ los que responden a ellas, los que lo lanzan con anticipación al ruedo electoral de 2021 y los que defienden la gobernabilidad que para ellos representa PPK.

La pregunta es: ¿hasta cuándo? ¿Hasta cuándo el hermano de la principal lideresa de la oposición se alineará con el debilitado gobierno ppkausa y fungirá de soporte de un jefe de Estado que, a la larga, y a la luz de nuevos hallazgos en el caso Lava Jato, podría convertirse en un pesado lastre en su carrera electoral?

Hasta que eso no ocurra, todo indica que Kenji seguirá aprovechando el paraguas presidencial que le permite una especial atención mediática. PPK, por su parte, –a despecho de algunos de sus congresistas y ministros que no ven con buenos ojos esta cercanía– seguirá en luna de miel con el bloque que él considera le puede dar un apoyo relativo a nivel parlamentario. Pero las lunas de miel, es sabido, no son eternas…