La Vigilancia Epidemiológica y las vacunas para enfrentar al COVID-19
La Vigilancia Epidemiológica y las vacunas para enfrentar al COVID-19

Columnista invitado:

Luis Suárez Ognio, médico epidemiólogo

Dos estrategias sanitarias han sido artífices de grandes logros de la salud pública. En 1991 en Pichanaqui, Junín, la vigilancia epidemiológica detectaba el último caso de poliomielitis del continente; enfermedad que atacaba a miles de niños ocasionándoles severa discapacidad física permanente. Pocos años después, gracias a la vacunación realizada en todos los países de las Américas, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) certificaba la erradicación continental de esta enfermedad. En 1995, luego de una grave epidemia de sarampión, los ministros de Salud del continente se comprometieron a su erradicación para el año 2000; fue un trabajo muy intenso; por un lado, la vigilancia epidemiológica seguía el rastro de cualquier caso sospechoso de sarampión y, por otro, ningún niño quedaba sin vacunar. El sarampión, una de las enfermedades más contagiosas, mataba miles de niños cada año. El esfuerzo dio los frutos esperados y se erradicó este virus del continente. Pocos años después, la rubéola y el síndrome de la rubéola congénita, causante de ceguera, sordera y malformaciones, fueron erradicados gracias a la vigilancia epidemiológica y la vacunación.

Ahora, más de un centenar de centros de investigación buscan la vacuna contra el COVID-19. El proceso para desarrollarla requiere del mayor cuidado en cada paso; luego de los estudios en el laboratorio, se realizan los estudios clínicos en humanos, los cuales incluyen la fase 1, en la que se evalúa la inmunogenicidad y seguridad de la vacuna en decenas de personas; luego, en la fase 2, se evalúa su eficacia en condiciones controladas en centenas de participantes y, en la fase 3, en miles; evaluándose su efectividad y aun más su seguridad. Todas estas fases se realizan en voluntarios bajo una estricta regulación y cumplimiento de principios éticos. ¿Cuándo estarán listas las vacunas?, ¿cuándo llegarán al Perú? son preguntas sin respuesta precisa aún; la carrera en la búsqueda de la vacuna está rompiendo récords sin precedentes; en menos de seis meses desde que se identificó al virus SARS-CoV-2, tres investigaciones han culminado la fase 2 con prometedores resultados y en algunos meses tendrán resultados de la fase 3. Luego la vacuna estará lista para ser producida y distribuida a los países. Mientras tanto, nos toca seguir cuidándonos y protegiendo a los más vulnerables. Es tiempo de paciencia, tiempo de resiliencia y de solidaridad; de proteger a los más vulnerables, de ayudar a comprender cómo evitar contagiarse a los que todavía no lo han comprendido.

Los miles de contagiados y muertes muestran la gravedad de esta pandemia, pero también la necesidad de responder con mayor intensidad y oportunidad. La respuesta frente a la pandemia requiere de la mejor organización multisectorial en cada región del país.

El riesgo persiste; los recientes brotes en Arequipa y Huánuco nos muestran que la pandemia sigue activa y que no debemos bajar la guardia; no debemos salir de casa innecesariamente; y si salimos por necesidad, hacerlo por el menor tiempo posible y con la mayor protección, con la mascarilla bien puesta y con protector facial; no reunirse en grupos; no viajar si no es imprescindible. Esperar unas semanas más para ver a un ser querido es también amarlo y protegerlo.

Hoy más que nunca necesitamos de la vigilancia epidemiológica para que nos guíe y nos permita estar a un paso adelante de la pandemia señalando la ruta donde concentrar los esfuerzos para combatirla; de la misma manera, necesitamos tener todo listo para vacunar a la población; la cual iniciará seguro por los más vulnerables y por los equipos de hombres y mujeres que la están enfrentando.

En el diccionario de la epidemiología de John Last, en su definición de vigilancia epidemiológica señala que su virtud es ser un “análisis práctico, uniforme y rápido más que preciso y completo”; es decir, que no se requiere de un censo exhaustivo de casos y muertes para poder orientar efectivamente las acciones de control de una enfermedad.

La vacuna contra el COVID-19 aún no la tenemos, pero la vigilancia epidemiológica sí, y es una fortaleza de nuestro sistema de salud. Cada región del país cuenta con equipos de epidemiólogos de campo trabajando para proveer esta valiosa información, que tomada en cuenta contribuye sin duda a enfrentar al terrible enemigo, el COVID-19.

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