¿Nueva Constitución para qué?, pregunta el columnista. "¿Para más ministerios, más autos de lujo, viáticos y empleo a sus camaradas?", advierte.  (Foto: Archivo: El Comercio)
¿Nueva Constitución para qué?, pregunta el columnista. "¿Para más ministerios, más autos de lujo, viáticos y empleo a sus camaradas?", advierte. (Foto: Archivo: El Comercio)

Tras las decisiones del Congreso, donde subyugaron siendo minoría, la izquierda demanda una nueva Constitución.

¿Qué piden? Menos sector privado, menos empresas privadas, más burocracia, más controles. Más Estado, más igualdad, dicen. Actos perversos en nombre de “nobles ideales”. La actual turbulencia política que tiene postrado al país se ha justificado en una cruzada contra la corrupción, pero los principales corruptos siguen sin sanción y hasta se perfilan como candidatos.

Esta Constitución que llaman promercado, tantas veces violada, no pudo evitar que el Estado siga postrando al país. No evitó llenar de trabas, trámites y enredos a la empresa privada. Sedapal, del Estado, condenó al 30% de la población de Lima sin agua potable, sigue vertiendo desagües a la Costa Verde e inundando barrios enteros con aguas servidas. Este Estado hace inversiones absurdas, despilfarra billones de dólares en una refinería innecesaria y deja obras inconclusas por doquier. No compra tablets ni pruebas moleculares, no da seguridad.

Este Estado es dueño del 90% de los servicios de salud del país, de la gran distribución de medicinas, pero no atiende casos severos ni emergencias ni suple cuando se necesita. Este Estado controla el 75% de la educación sin lograr que los alumnos aprendan y con sectores rurales que estudian en la precariedad. ¿Tiene plata el Estado? ¡Sobra! Hace años la extrae del sector privado. La administra mal, la invierte mal, la roba, la despilfarra. La pregunta a esta izquierda, retrógrada, manipuladora es: ¿nueva Constitución, para qué? ¿Para más ministerios, más autos de lujo, viáticos y empleo a sus camaradas? ¿Para más ineficiencia y más pobreza?