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Luis Davelouis: Zumba se fue
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La incorporación de personajes de la farándula o de otras áreas a las listas congresales no es nueva y alcanzó matices de inverosimilitud cuando Susana Díaz fue elegida congresista de la República, armada nada más que con mucha ilusión, el número 13 pintado sobre una de sus nalgas y este CV. Antes de ella, periodistas, estrellas del deporte y, en general, personajes mediáticos y reconocibles ya habían incursionado con relativo éxito en la política parlamentaria de nuestro país (y no es el único: Ronald Reagan, dos veces presidente de EE.UU., era actor. Y muy malo).
En principio, no hay ni debe haber ningún impedimento para que una persona con derechos plenos y que no presente incompatibilidades con el cargo sea congresista. Lo dice la Constitución. Pero cuando esos motivos tienen como causa exclusiva asegurar votos y absolutamente nada que ver con convicciones o visiones de país, entonces sí hay un problema porque no estamos delante de un aspirante a político y un grupo que lo acoge o invita, sino ante un montón de mercenarios. Y el tema con ellos es que no tienen bandera y se van siempre con el que mejor les pague los servicios; aunque ese servicio sea solo aparecer en la foto. Si además hay plata de por medio, pues entonces, mucho mejor.
¿Qué nos dice que Mario Hart y ahora Zumba, dos conocidísimas estrellas de la televisión, hayan declinado de candidatear pese a haber sido invitados –según sus propias versiones– por el ex presidente Alan García y por el actual presidente, Ollanta Humala? Nos dice que el costo de que los vean juntos es muy alto y que seguir apilando vasitos en un set de televisión es más seguro y –quizá– honesto, que ser congresista. Así las cosas.
Te extraño, Susy.
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