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Luis Davelouis: Voto se vende

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Le vendo mi voto. Sí, a usted. ¿Que qué quiero a cambio? No mucho. Con que no me robe y no deje que otros lo hagan está bien. ¿Que si quiero educación y salud para mis hijos? Claro, quién no quisiera. Pero sospecho que, para dármelos, usted me va a terminar robando y no, no quiero. Prefiero seguir pagando con mucho esfuerzo los S/.100 mensuales de la escuelita privada de la esquina a la que van mis hijos y yendo a hacer colas de horas para que me atiendan en Essalud antes que comprarme sus promesas.

¿Cómo que por qué? Porque no es la primera vez que me la hacen ni es el único. He votado por cinco presidentes, todos prometían las mismas cosas y nunca cumplieron. Y encima el gordito nos dejó casi en la bancarrota: yo perdí mi trabajo, mi mujer se enfermó, mi madre murió porque no había medicinas en el IPSS… Mire, no me haga acordar que me arrepiento.

¿Que por qué le vendo mi voto? Porque estaba jugando "de tin marín" con mi nieta y, para ella, Ud. es el menos feo. No se sienta halagado. Después de que vimos su foto, tuve que preguntarle a ocho personas quién era Ud. y recién la última sabía. Tiene que hacer algo con eso. Si no lo conocen y menos lo ubican, no va a ganar ni la presidencia de su asociación de vecinos.

A ver, dígame, ¿qué ofrece? No, eso ya. No, eso no se puede. ¡Ufff!, eso ya me dijeron hace años. Mire, mejor no se gaste, yo quiero lo que quiere todo el mundo, vivir más o menos tranquilo, con cierta predictibilidad y sin el temor constante de que me roban hasta el calzoncillo. Sabrá disculpar la crudeza, pero en una época, cuando te asaltaban en la calle, eso era lo único que te dejaban. Ahora no te quitan los zapatos, pero te matan por un teléfono. Ni eso puede garantizar, ¿no? Bueno, qué pena. Me voy a ver al otro.