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Luis Davelouis: Votar y pecar
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"Hay candidatos […] que han dicho abiertamente, como Alfredo Barnechea y Verónika Mendoza, que están a favor del aborto y del matrimonio gay. Un católico no puede votar por ellos. ¡Es pecado!", clama el arzobispo de Arequipa, Javier del Río. El cura predica lo que considera bueno según sus creencias, le habla a gente que comparte su fe y uno es libre de creer lo que quiera y expresarse en consecuencia siempre que no jorobe al resto.
Aunque lo que diga Del Río me parezca una necedad, él se está expresando como cualquier ciudadano. Llama a no votar por determinados candidatos en razón de su fe como otro ciudadano podría llamar a no votar por alguien "porque es pro terrorismo" o "porque se cree marqués" o "porque su viejo no ha pagado un sol de reparación civil al Estado".
La diferencia está en que el arzobispo recibe dinero del Estado: gana el 80% del sueldo de un viceministro (D.S.146-91 de Fujimori, quien llegó al poder con el voto evangelista: desleal desde el principio). El arzobispo, por lo tanto, debería cerrar el pico porque, para todo efecto práctico, el sueldo se lo pagamos todos, incluyendo Bernechea y Mendoza. Puede recomendar y desaconsejar, pero no amenazar. Y exclamar "¡es pecado!" es una amenaza; que uno no se la crea es otra cosa.
Del Río está acostumbrado a que le hagan caso. Un lubricado congresista (va a la reelección) mantiene una posición "pro vida" y "antimatrimonio igualitario" solo para retener el apoyo del arzobispo. El congresista –cuyo sobrino gay está felizmente casado en EE.UU.– sería más decente si de verdad se lo creyera. Y sería más decente que Del Río, en lugar de estar desperdigando odio a minorías y mujeres violentadas, se hiciera cargo de encontrar y acusar a los curas de su diócesis que anden tocando niños y adolescentes de forma inapropiada.
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