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Luis Davelouis: Valores I

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Hace 20 años yo trabajaba comprando y vendiendo acciones (equity trader) para los clientes de Santander Investment. Mis contrapartes eran los traders de otras casas de bolsa, mis compañeros de trabajo y los clientes. Lo único que todos tenían en común era un apetito por el dinero que rayaba en la voracidad. A dos décadas de distancia, hasta miedo daba.La bolsa es un lugar privilegiado para aprender a reconocer el carácter de las personas y su integridad o falta de ella. Las reglas eran percibidas como algo que se podía rodear o romper con facilidad. La supervisión, más que laxa, era pésima, pero, cuando se intentaba alguna reforma, desde el directorio de la bolsa, los bancos y SAB tronaban: "La sobrerregulación matará al mercado".

Si uno podía salirse con la suya, lo hacía. Aunque fuera inmoral (la mayoría es cristiana y católica, como es lógico), aunque fuera ilegal. Aunque la contraparte fuera "amiga" o cliente. O empleador. Verlo por 10 años de primera mano le quita a uno la fe en que alguien que maneja dinero, propio o ajeno, será particularmente escrupuloso con las normas, las reglas o la ley, sobre todo cuando no hay quien mire o lo haga eficazmente. Por eso, cuando me dicen "desregulación", me acuerdo del 99% de bolseros que conocí que hubieran vendido a su madre por un poco más de plata. (Sí, soy del 1% y mis cuatro todavía amigos, también). Porque eso es lo otro: no existe la necesidad, la urgencia, que explique que la gente se arranche los panetones y las bolsas de arroz en un mitin político. Nadie pasa hambre, nadie enfrenta incertidumbre sobre su propia supervivencia. Todo pasa por una pantalla. Mañana seguimos con más.

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