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Luis Davelouis: Qué suerte que no soy mujer
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Claro. En promedio las maltratan, las humillan, las matan, las esclavizan y las violan mucho más que a los hombres. En el mundo laboral –formal e informal– suelen ocuparse de las tareas peor remuneradas y, cuando están bien remuneradas, ganan menos que los hombres por hacer lo mismo. Y esto sucede solo porque son mujeres, independientemente del color de su piel, su credo, su idioma, su nacionalidad, su estado civil o si le gustan los hombres u otras mujeres.
Pongámonos básicos. Cuando eres hombre y te asaltan por la calle, te quitan el celular, la billetera, quizás los zapatos; es posible que te metan una patada o un culatazo en la cabeza para bajarte. Cuando eres mujer y te asaltan, aparte de todo lo anterior, te tocan, te insultan y está el miedo permanente de que a los asaltantes se les ocurra violarte porque no pasa nadie cerca y no tienen nada más que hacer.
Digamos que te dicen todo esto –y otras cosas más– y luego te preguntan "¿te gustaría ser mujer?". ¿Qué responderías tú? Si me preguntan a mí, yo diría que habría que estar loco para escoger ser mujer. Lógico, ¿no?
Claro que es lógico. Por eso es que hay cientos de miles de mujeres que ante la misma pregunta escogerían haber nacido hombres.
No se trata de posiciones de ventaja: el tratamiento igualitario pasa por medir con la misma vara a las personas independientemente de su género, color o posición social. Desde lo más tosco y rupestre: ¿acaso se te ocurre gritarle a otro hombre "amigo, qué rico estás"? ¿Te imaginas siquiera acercándote a él haciendo el ademán de pellizcarle las nalgas?
Como decía Carolina Trivelli, hoy, Día Internacional de la Mujer, no hay nada que celebrar. Ya habrá motivos para hacerlo el día en que no necesitemos un día especial para ocuparnos de este tema. Ni ningún otro día.
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