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Luis Davelouis: De segunda clase
“Me hierve la sangre por la injusticia flagrante y conchuda (…) Y recuerdo las palabras de Alan García: ‘Estas personas no tienen corona, estas personas no son ciudadanos de primera clase’”.
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Son las 5:30 p.m. A esta hora, los familiares de los 23 niños, 27 mujeres y 19 hombres (69 personas en total) asesinados en Accomarca hace 31 años siguen esperando en la puerta del penal al que fueron citados a las 11 a.m. para la lectura de la sentencia. Sin ninguna consideración por la demora inexplicable, sin respeto alguno, la Policía se cuadra frente a la puerta y hace a un lado a los que esperan justicia hace 31 años. Ni una silla, ni un vaso con agua. ¿Adónde se puede ir esta gente a "esperar"? ¿Cómo se les va a avisar si se van?
"Mi hermana de 11 años, mi hermano de 8 años, mi madre de 50 años (…) no hay justicia para los pobres, no hay justicia para esos niños, no hay justicia para mi madre (…) tiene justicia el que tiene plata, los que tienen justicia son los millonarios. Yo soy inocente. Mi madre nunca ha matado gente, mi padre nunca ha matado gente, estas manos (muestra las palmas) también están limpias. Yo no soy nada para que me hagan así, señores policías: 'Para ti no hay entrada'. ¡Posterga! ¡Posterga! Treinta y un años se han cumplido reclamando a mi madre; ¡no recibo nada! ¡No quiero plata! ¡Yo quiero justicia!", clama una mujer con una frustración que me es inasible.
Se me humedecen los ojos porque no puedo ni imaginar ni comprender el tamaño de su dolor y frustración. Me hierve la sangre por la injusticia flagrante y conchuda, por el desprecio, por el maltrato inmerecido. Y recuerdo las palabras de Alan García: "Estas personas no tienen corona, estas personas no son ciudadanos de primera clase". No, no tienen corona. Y son tan pobres que, si no fuera por las cámaras, hoy tampoco tendrían voz, casi no existirían.Son las 6 p.m. y hace frío. Y siguen esperando hace 31 años y 7 horas.
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