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Luis Davelouis: Salud de mal en peor

“Las inversiones del sector son ciegas: se compran equipos médicos sofisticados y se envían a lugares en los que no son necesarios y nadie sabe utilizarlos y, al mismo tiempo, no hay insumos…”.

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Si se les descuida o abandona, las organizaciones –como las personas– degeneran y se pervierten porque se vuelven incapaces de alcanzar los objetivos que les dieron sentido y propósito. Además, se corrompen y se vuelven cada vez más vulnerables y permeables a los agentes que las degradan. Lo hemos visto suceder en prácticamente todas las instituciones del Estado: desde las Fuerzas Armadas y el Tribunal Constitucional hasta el Jurado Nacional de Elecciones y el Poder Judicial, pasando por el Poder Legislativo y la Policía. Y siguen firmas.

Esto es lo que sucede hoy con el sector Salud en el Estado. No es solo que el sistema haya dejado de darse abasto o que el servicio haya decaído hasta que el nivel básico de atención al público –postas, policlínicos– haya colapsado (¡y en Lima!) obligando a recentralizar la atención en los hospitales grandes. El servicio de salud que brinda el Estado se ha convertido en un negocio que lucra de la enfermedad y de su inerme capacidad de solución.

Como lo reconoció públicamente la ministra Patricia García, la cantidad de personas contratadas es excesiva, al tiempo que la capacidad y número del personal especializado es insuficiente. Las inversiones del sector son ciegas: se compran equipos médicos sofisticados y se envían a lugares en los que no son necesarios y nadie sabe utilizarlos y, al mismo tiempo, no hay insumos ni medicamentos básicos (en algunos casos, no hay ni gasa). Si sirviera de algo, habría que declarar el sector en emergencia porque en los últimos 10 años solo se ha retrocedido y, por eso, que el congresista Bienvenido Ramírez le pida la renuncia a una ministra con 2 meses en el cargo da que pensar. O Bienvenido no tiene la menor idea de lo que dice o solo está siendo un demagogo desarticulado.