/getHTML/media/1238511
Lo último del paro de Transportistas
/getHTML/media/1238503
Rubén Vargas sobre inseguridad: "Se necesita inteligencia no estado de emergencia"
/getHTML/media/1238497
Gilmer Meza de Sutep Lima: "Ministro de Educación -Morgan Quero- debería de renunciar"
/getHTML/media/1238485
Alfonso Bustamante CONFIEP sobre inseguridad: "No hay liderazgo, hay ineficiencia"
/getHTML/media/1238306
Mariana Costa de Laboratoria habla sobre sus encuentros Obama y Zuckerberg en La del Estribo
/getHTML/media/1238304
Los mejores libros del siglo XXI según The New York Times | Biblioteca de Fuego
/getHTML/media/1238303
¿Cementos y fútbol femenino? Gabriel Barrio de Unacem en Marcas y Mercados
/getHTML/media/1238207
118 mujeres han sido víctimas de feminicidio en lo que va de 2024
/getHTML/media/1238198
Lo último: allanan la casa de 'Chibolín'
/getHTML/media/1237508
Hugo de Zela sobre viaje a EE.UU.: "Se intentó explicar al Congreso, pero Dina no quiso"
/getHTML/media/1237506
Abraham Levy: "Hay mucho desinterés sobre los incendios forestales"
/getHTML/media/1237484
Darío Sztajnszrajber, filósofo: "Aprendamos a vivir el amor también con sus sombras"
PUBLICIDAD

Luis Davelouis: ¿El Rubicón de Keiko? II

Imagen
Fecha Actualización
"Les va a dar un ministerio o una embajada", dicen quienes siguen sosteniendo que la decisión de Keiko de no llevar a la reelección al Congreso a Chávez, Aguinaga y Cuculiza es un truco. El entredicho y aparente diferencia de fondo entre Alberto –quien los respalda– y Keiko es una charada, un engaño, una estrategia para dar la apariencia de desfujimorización que algunos necesitan para votar por la hija del preso de Barbadillo.

Después de todo, insisten quienes sostienen esto, si Alberto se deshizo de la madre de sus hijos y Keiko lo permitió y hasta se convirtió en primera dama en su lugar, ¿por qué no traicionaría ese par a sus seguidores para asegurarse la presidencia y el indulto si, además, a ellos no les deben nada?

No vamos a jugar la carta de la institucionalidad y el acato de las decisiones de Fuerza Popular para explicar que, de todos los excluidos, al menos Cuculiza y Aguinaga se quedan a apoyar a Keiko. Pero empecemos por descartar algunas cosas. ¿Un ministerio? Un ministro es nada más y nada menos que un fusible: imprescindible en la función, pero descartable, intercambiable, puenteable y extremadamente dado a quemarse. Cambiar una curul por un ministerio es un mal negocio a menos que uno vaya a armar un negocio luego. Felizmente eso no pasa. ¿Una embajada? ¿Se acuerdan de la Mocha? ¿De Popy Olivera? Si no eres alguien como Allan Wagner, irse de embajador equivale a desaparecer de la agenda pública, es a la política lo que Fujimori es hoy a su partido: un desterrado de lujo al que todos tratan muy bien, pero al que nadie le hace caso. Ni sus hijos.

El gesto político de Keiko es innegable. Al menos para la tribuna, está matando al padre y este, contra todo pronóstico, se está dejando matar.