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Luis Davelouis: Réquiem por un celular
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¿Qué pasa por la cabeza de un ser humano que está dispuesto a matar a otro para arrebatarle algo tan estúpido como un teléfono celular o una mochila? Es decir, la desesperación y la inminencia de la muerte tienen la capacidad de convertir al más ecuánime de los seres humanos en una muy peligrosa y feroz bestia. Sí, pero tres tipos que asaltan a un pasante para quitarle el teléfono y, al paso, la vida no se están aferrando a la existencia, no están matando para vivir.
Y este es el límite de mi "progresismo". Un individuo que demuestra un reiterado y completo desprecio por la vida ajena no merece vivir. Lamentablemente nuestra Policía, nuestro Ministerio Público y nuestro Poder Judicial son instituciones adefesieras llenas de sicarios muy baratos, así que eso de establecer la pena de muerte es, además de un imposible jurídico por el Pacto de San José, tan peligroso como pedirle a 'Gringasho' que se encargue del asunto.
El miserable que mató al escolar Daniel Tello en San Juan de Miraflores le disparó en el pecho casi a quemarropa por la ventana del auto y cuando él y su familia ya habían entregado todas sus pertenencias. Lo mató gratis. Para el tipo que jaló el gatillo, ¿es la primera vez que asalta a alguien?, ¿es la primera vez que le dispara a alguien?, ¿merece otra oportunidad? Porque, si lo atrapan, la tendrá. ¿Hasta cuándo?, ¿cuántas veces?, ¿setenta veces siete?
La forma en que el Estado ha venido enfrentando el crimen es deficiente de cara a las estadísticas. No se le enseña a un mono a comer con cubiertos entregándole un manual de Carreño, pero, cuanto más joven es el mono, menos violencia toma adiestrarlo.
Un aparato represivo eficaz es clave. Una política de inclusión eficiente, indispensable.
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