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Luis Davelouis: Pro-mercado con trampa
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El equipo de PPK habla de mejorar la competitividad del país a través de la inversión intensiva en infraestructura física (hablan de más de US$120 mil millones de déficit), lo cual está muy bien. Pero también dicen que el silencio administrativo positivo (si el Estado o alguna de sus dependencias no entrega un permiso, aprobación, licencia o certificación en un plazo determinado, se asume que su respuesta es sí) será una de las piedras angulares de esas mejoras en competitividad.
Y esto es hacer trampa. Es verdad, es un insulto y un crimen que, en nombre de la tramitología, una dependencia del Ministerio de Cultura se demore más de tres meses en extender o denegar un permiso para abrir una galería de arte en un inmueble de los años 40. Eso no tiene nombre ni sentido. Pero, ¿y un estudio de impacto ambiental de mil páginas en una oficina del Minam con 4 funcionarios? ¿Una solicitud de patentes en una oficina con 3 señoras y una sola computadora? ¿Nos los llevamos de encuentro aunque sean unos mamarrachos? El silencio administrativo es importante, incluso necesario, cuando las condiciones son las adecuadas, pero, ¿pedirles celeridad a oficinas sin gente ni recursos no es simplemente el sueño opiáceo de la desregulación total disfrazada de castigo a la ineficiencia?
A estas alturas son muy pocos los que siguen pensando que el mercado es una suerte de dios supremo ante cuyo altar es válido sacrificarlo todo a cambio de un bienestar general que será producto de la interacción de todas las mezquindades. Hoy, la mayoría de liberales con dos dedos de frente reconoce que el mercado tiene imperfecciones, y que estas y los abusos que tales imperfecciones permiten deben ser corregidos y prevenidos. Ya pues, en serio.
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