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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

En su columna de ayer, Aldo Mariátegui despotricaba contra el "electarado" que escogía a cualquier improvisado que supiera sonsearlo. Decía que, en este país, cualquiera que se creyera predestinado, se lo propusiera y tuviera una esposa lo suficientemente ambiciosa podía llegar a presidente, aunque no tuviera gente, ni estrategia, ni inscripción, ni logo, ni plata. Hablaba de Julio Guzmán y puso como ejemplos a Fuijmori, Toledo y a Humala.

No es tan difícil como en otros países, cierto, pero me parece que no es todo lo fácil que él dice. Para empezar, si calentarle la oreja al "electarado" fuera sencillo, Alan García no hubiera perdido dos veces (contando esta), Fujimori seguiría siendo presidente o ya lo sería su hija y Lourdes Flores hubiera sido al menos alcaldesa. No es tan sencillo sintonizar con el electorado pese a que, como decía Alberto Vergara ("Ni amnésicos ni irracionales", Solar, 2007), el elector vota por quien identifica como portador de la solución a sus necesidades y miedos y se supone que todos sabemos muy bien cuáles son esas necesidades y miedos.

Ese fue el Alan García y su ofrecimiento –falso– de cambio de modelo y de continuidad de la democracia "amenazada por Humala" en 2006. Ese fue un Ollanta Humala menos rústico ofreciendo el mismo cambio de modelo –falso, otra vez– en 2011. Ese será el que ofrezca poner orden y mantener a todos con la barriga llena hasta el bicentenario, ¿cierto? No.

La dificultad radica en que el electorado crea en lo que le están diciendo y una buena parte de este ha decidido que no le cree a nadie y por eso el principal atributo de Acuña, Guzmán, Mendoza y Barnechea es que son "nuevos". Y no hay plata ni padrino en el mundo que te compre un borrón y cuenta nueva.