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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Ayer, en el muro de Facebook de David Rivera, Ricardo Cuenca comentaba la columna del primero planteando algunas preguntas que, me parece, son claves.

En su columna, David decía que la educación sin diversificación productiva regional solo tendería a reconcentrar la mano de obra calificada allí donde esta es demandada: es decir, en las grandes ciudades y, en particular, en Lima. Las regiones siguen sin capacidades. ¿Para qué te educo? ¿Para que te mudes a Lima y dejes la región igualita? Esto, que debe estar en la agenda del Ejecutivo a la hora de articular políticas como parte de su anuncio de construir un país moderno, es solo la primera capa de algo mucho más profundo.

Ricardo escribe: "Tu buena columna me anima a preguntarle al presidente y su equipo, ¿qué significa efectivamente que el Estado les asegure a todos los peruanos el acceso a servicios públicos mínimos o el respeto a derechos humanos fundamentales o un activo proceso de construcción de ciudadanía? ¿Para qué es todo esto? ¿De qué ciudadanía hablamos… de la responsable que elige y se deja elegir o de aquella que está en posibilidad de colocar asuntos en las agendas públicas?".

Las preguntas de Ricardo van bastante más allá del diseño e implementación de las políticas públicas y del "¿para qué?" que él mismo menciona. Esto es lo que está al final –o debería estar– de absolutamente todas las políticas públicas: ¿cómo es el ser humano que necesitamos para tener el ciudadano que queremos? Y más importante, ¿qué estamos haciendo para llegar hasta allí?Secuestrados por el corto plazo, las visiones de mediano y largo plazo prácticamente han desaparecido de la discusión pública cotidiana a tal punto que algunas parecen ridículas y anodinas. ¿Tiene sentido?