El viernes de la semana pasada, el índice de la Bolsa de Valores de Lima (BVL) cayó más de 5% ante la noticia de que esta plaza bursátil sería rebajada de calificación de mercado emergente a mercado fronterizo. A diferencia de lo que señalan diversos analistas, esto no sería como pasar de jugar en segunda división a tercera, sino al campeonato interescolar del distrito.
¿Por qué? La BVL es muy pequeña: en ella se cotizan las acciones de muy pocas empresas que son también relativamente muy pequeñas. El monto negociado, además, impide que grandes inversionistas participen de la negociación, como en otros mercados emergentes: en la BVL se negocian unos US$3.5 millones al día, mientras que en la Bolsa de Santiago US$150 millones y en la de Bogotá US$215 millones.
Es decir, si usted quiere invertir US$100 millones en acciones peruanas a través de la BVL, esto le tomaría un mes y una semana siendo usted el único negociando en la bolsa. Así que, realistamente, completar esa inversión le tomaría entre tres y cuatro meses sin considerar la distorsión al alza que una demanda tal tendría en los precios de las acciones de un mercado tan chico. Esos mismos US$100 millones, en Chile o en Colombia, pueden ser invertidos en cinco días o menos. En Brasil o en México, en una mañana.
Pues bien, si comprar US$100 millones le tomaría cuatro meses, venderlos le tomaría aún más con un efecto desastroso en los precios. Más aún si el MSCI le rebaja la calificación a la BVL, pues algunos inversionistas deberán vender sus acciones en Perú y otros ya no estarán obligados a tener acciones aquí como parte de un portafolio de mercados emergentes latinoamericanos. ¿Quién tiene un montón de acciones compradas en la Bolsa de Lima que no va a poder vender? Su AFP.