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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Hace meses que el Ejecutivo intenta infructuosamente llevar a la mesa de negociaciones a la principal fuerza de oposición, el fujimorismo, sin que esta haya accedido más que en una sola oportunidad, luego de la accidentada censura de un ministro, y por intermediación del cardenal Cipriani. Incluso en esa oportunidad, el Ejecutivo le estuvo lanzando ofrendas y guiños a Fuerza Popular y a su lideresa, Keiko Fujimori, sin ningún resultado positivo. ¿Qué más queda por hacer? ¿Entenderá el Ejecutivo que hacerle ofrendas al fujimorismo esperando congraciarse con él es como esperar que la temporada de lluvias empiece antes solo porque uno avienta vírgenes en el cenote sagrado de Chichen Itzá?

Al cierre de esta columna, el Congreso hizo lo previsible: le negó la confianza al ministro Thorne y en este momento el ministro Basombrío responde de manera detallada y –en mi opinión– prístina el pliego interpelatorio del Legislativo. Me pareció percibir mala leche hacia el ministro en algunas de las preguntas, muchas de ellas mal formuladas y mal redactadas pese a que, comparado con el pliego interpelatorio de Vizcarra, es muy corto.

Después de lo de Thorne, lo lógico sería esperar que no lo censuren porque, valgan verdades, los indicadores del Ministerio del Interior han mejorado, su desempeño es el mejor que hemos visto en años, está mostrando resultados concretos y afirmar que no hace bien su trabajo porque aún no acabó con 40 años de delincuencia en 10 meses es ser mezquino en exceso.

Pero como la lógica no reina en el Perú, podrían censurarlo.

¿Qué le correspondería hacer a PPK en ese caso? ¿Seguir intentando pactar? ¿Con quién? ¿Con los 72 fujimoristas o con los cinco apristas? ¿O se sacude para que le dejen de pisar el poncho? La fe se acaba.