Luis Davelouis opina sobre despido de Denise Ledgard del Lugar de la Memoria

La CVR como hoy el Lugar de la Memoria (LUM) han sido resistidos por José Barba, Álex Kouri, Rafael Rey, el fallecido y beligerante ex presidente de Confiep Julio Favre y la bancada fujimorista (Martha Chávez dijo que indultaría de nuevo a todos los que combatieron el terrorismo aunque hubieran asesinado a niños que no eran terroristas: léase Grupo Colina). Ellos piensan que la receta para cerrar las heridas del pasado es echarles tierra encima, no mirar, porque mirar crea resentimiento. Sí, claro, a ver, te pateo las boloñas y, como tú cierras los ojos, ya no te duele y se te quitan las ganas de devolverme el favor.

La reconciliación es un proceso largo y doloroso. Un país profundamente partido como el Perú no puede aspirar a cerrar sus brechas asentándose sobre heridas abiertas porque, en esencia, las heridas no permiten que se construya confianza, un elemento indispensable para sanar.

Muy pocas personas sabían que Denise Ledgard, directora del Lugar de la Memoria, sería destituida ayer. Casi sin explicaciones y sin que se haya nombrado reemplazo, que es lo verdaderamente preocupante, porque, más allá de las formas poco elegantes, el peligro es que se abandone un proyecto tan importante para la salud de la sociedad peruana y cuando falta tan poco para que sea terminado.

La falta de apoyo para el LUM desde el Poder Ejecutivo ha sido evidente en todo momento. Pero hoy, presionado por su 10% de aprobación y aquel sector que piensa que las cosas dejan de existir porque ellos no las miran y que se autodesignó guardián de las FF.AA., el presidente Humala puede haber decidido que abrir el LUM es un problema más del que bien puede encargarse el próximo gobierno. El tonto útil nunca lo es para sí mismo. Nunca.