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Luis Davelouis: El Estado de Nadine
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Nadie Heredia, primera dama y esposa del presidente Ollanta Humala, es quien lleva la batuta en su familia. Algunos de nosotros más que sospechamos que también coconduce la orquesta de ministros y viceministros o que, por lo menos, tiene voz y voto en las decisiones de gobierno que se toman en el Poder Ejecutivo. Y esto está mal, es un ataque a la incipiente institucionalidad que asomaba, luego de que la destrozara García y la pulverizara Fujimori.
Nadie a quien no se le pueda pedir cuentas debe estar a cargo en el que tal posibilidad sea una obligación. Aunque no tomen las decisiones finales, hasta los asesores asumen alguna responsabilidad. No es el caso de la esposa del presidente porque, recordémoslo, en papeles y frente al Estado peruano, eso es lo único que es. En estas circunstancias, que Heredia sea presidenta del Partido Nacionalista es meramente incidental.
Pero no está más allá de la ley. Si en algún momento se prueba usurpación de funciones o cosa parecida, la ley debe caer con todo su peso, pero no porque se trata de Nadine Heredia, sino porque esto no debe ser tolerado ni permitido. También sabemos que ella era la gerenta o directora de campaña de su esposo y, como tal, lo más probable es que manejara las cuentas de la campaña –ingresos y egresos– y eso es lo que sugieren las libretas que vimos el domingo por televisión abierta.
¿Prueban algo esas listas de nombres, seudónimos y cifras por sí solos? No. ¿Libra esto a Heredia? De ninguna manera. Si no tiene nada que temer y quiere que el gobierno de su esposo no termine de manera desastrosa y en una persecución contra ambos, debería aclarar esto de una buena vez, en lugar de estar presentando amparos que solo levantan más sospechas. Luego se ocupan del soplón.
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