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Luis Davelouis: El modelo

“Nadie le ha regalado nunca nada y por eso él no le regala nada a nadie; por eso, además, está bien ser despiadado. Porque ser codicioso, avaro y despiadado es una manera de ser justo, de hacer su parte”.

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"La codicia –a falta de una mejor palabra– es buena. La codicia es correcta. La codicia funciona. La codicia se abre camino, aclara y captura la esencia del espíritu evolucionario. La codicia en todas sus formas: la codicia de vivir, de saber, del amor, del dinero; es lo que ha marcado el surgimiento de la humanidad", decía Gordon Gekko, el personaje de la película Wall Street al que da vida un impecable Michael Douglas.

Gekko es, por supuesto, un déspota… con quien puede y le conviene. En el mundo de Gekko, la justicia no es un valor al que se aspira, sino algo que aparece espontáneamente en la sociedad a partir de la suma de todas las codicias como la suya. Su lugar en el mundo se lo ha ganado, dice él, a pulso. Nadie le ha regalado nunca nada y, por eso, él no le regala nada a nadie; por eso, además, está bien ser despiadado. Porque ser codicioso, avaro y despiadado es una manera de ser justo, de hacer su parte.

Gekko, por supuesto, es un especulador inescrupuloso e histriónico. Y precisamente por esto último, Gordon Gekko es también un farsante que solo sigue su "filosofía" cuando le conviene. Como con los salvatajes tras la crisis de 2008 y la posterior socialización de pérdidas con el cuento del "too big to fail". O sea: "sálvame con la plata del Estado, pero no me toques un centavo de mis utilidades, fúchila con tus impuestos antitécnicos".

De alguna triste forma, sintetiza los peores atributos que encontré en demasiadas personas a lo largo de diez años en el mercado bursátil y de inversiones.

No es esto una apología al socialismo. Es un recordatorio de que cualquier modelo es tan bueno como las personas que lo usan.