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Luis Davelouis: Metamorfosis

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Y un buen día, Anel Townsend, la defensora de la democracia, los valores, la ética, la institucionalidad y el estado de derecho, se convirtió en la defensora de todo cuanto era y es indefendible en el fujimorismo, o sea, en Martha Chávez. Y no, Anel no tuvo que morirse y volver a nacer como quizás hubiera cabido esperar sino solo cambiar su enfoque: mirar la política como una chamba ganapán cualquiera y no como servicio al Estado y a la sociedad.

"El pueblo tiene derecho a elegir al candidato de su preferencia", decía la fujimorista intentando legitimar así la re-re-elección del hoy preso ex presidente Fujimori. Al intentar defender a Acuña diciendo que los señalamientos sobre el presunto plagio de su tesis doctoral son intentos de "eliminar una candidatura de arraigo popular" Anel está haciendo lo mismo que Martha. Solo falta que diga que la tesis doctoral se autoplagió o que las citas a pie de página y las comillas se autoborraron del documento y ya estamos.

Son muchas las historias de personajes que cruzan la línea y se pasan al bando de sus enemigos ya sea por hartazgo, por haber sido traicionados, por dinero o por aburrimiento. ¿Qué pudo haber pasado para que Anel dé tremendo giro? No es que fuera una mujer de partido, pero alguna consistencia democrática y ética había o parecía haber. Guardaba ciertas formas que ahora perdió por completo.

Porque, vamos, no es que Acuña sea una lumbrera y como dice mi amiga Laura, no interesa que Bill Gates prefiera las habilidades sobre los CV o los grados académicos porque esto es una falsificación y un robo. Pero si, queremos hablar de habilidades, a César Acuña solo le conocemos una: hacer plata vendiendo educación de dudosa calidad. Ni leer un papel con 10 líneas puede. ¿Por qué, Anel?