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Luis Davelouis: Medicinas y negocios

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Fecha Actualización
El gobierno está negociando (a puerta cerrada, otra vez) el capítulo de propiedad intelectual del Acuerdo Transpacífico, que incluye patentes de medicamentos para tratar enfermedades como el cáncer, que se lleva a más de 25 mil peruanos cada año.

Por eso, ampliar la vigencia de las patentes de medicinas importantes como si fueran sanguchitos que uno compra por antojo está muy cerca de convertirse en crimen, porque las mantendría entre las más caras de América Latina, inaccesibles para la mayoría de peruanos. Como dijo el gerente de la farmacéutica Bayer, "nosotros hacemos medicamentos para los que pueden pagarlos, no nos interesan los mercados pobres (por la India)", lo que se traduce en "y si el resto se muere porque no puede pagarlos, piña".

Así ven el mundo en las farmacéuticas, que, por supuesto, sí están presentes en las negociaciones del TPP y al tanto de todo. Por otro lado, la ministra de Comercio Exterior, Magali Silva, ni siquiera tiene la consideración de informar ni someramente al ciudadano común y corriente, como usted y yo, qué es lo que negocia en nuestro nombre y a nuestras espaldas.

Las patentes protegen la inversión en investigación que hizo la empresa y sin la cual no existiría el producto, cierto, pero vencen porque ningún medicamento (ni ninguna otra cosa) se crea de la nada, sino sobre condiciones, insumos y conocimientos que ya existen y que no son propiedad de las empresas que hacen la investigación.

La presión de las farmacéuticas sobre gobiernos tiene larga data. Ser un Estado soberano también es velar por los intereses de sus ciudadanos antes que el de empresas que ni siquiera tributan aquí. Nada que se cocine a oscuras resulta bueno. ¿Se imaginan qué pasaría si le pusieran dueño al agua?