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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Demasiada gente está muy cómoda con la podredumbre. Tanto, que si no fuera porque la cloaca se destapó en Brasil, aquí todo seguiría como siempre. Piénselo: Toledo no estaría siendo buscado; no habría ningún ex ministro o ex funcionario aprista detenido; nadie pediría que investiguen al 'Mudo'; no habría comisión Lava Jato; el informe Pari seguiría acumulando polvo y polillas; no temblarían Humala y su mujer (y quizás PPK); no se notarían las groseras salpicaduras en las solapas de algunos periodistas; no estaríamos fijándonos en las viejas chambas de asesores de la PCM ni en qué cosa le firmó quién a alguna empresa brasileña hace 20 años.

No perseguimos a los hampones por decencia, los perseguimos porque no nos queda más remedio (la desganada actitud de la Fiscalía frente a Odebrecht es elocuente), porque por vergüenza no podemos seguir haciéndonos los cojudos, porque hasta eso tiene un límite.

El sistema/modelo es el que es por la gente y sus ganas de cambiarlo o dejarlo como está. En las guerras de independencia, ¿cuántos peruanos había en los ejércitos libertadores en Junín y Ayacucho? ¿Cuántos había en el bando realista defendiendo "el modelo"?

El sistema es su gente. Viviríamos muy bien en una utopía donde el lucro y la acumulación material han sido abolidos y la humanidad se desarrolla y crece dándole a cada ser humano la posibilidad de desarrollar su propio e individual potencial e interés. También viviríamos bien en un sistema ultracapitalista con un microestado y no existirían los pobres pues la redistribución sería parte del core business de todo el sector privado. Con buenos ciudadanos y buenas instituciones. Pero tenemos choferes de combi y a Villa Stein. ¿En cuál es más difícil robar? Ya, deme ese.