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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

El descontento con la calidad del servicio de telefonía celular es amplio. Las compañías les atribuyen la responsabilidad al MTC y a las municipalidades que –por la presión del miedo que acompaña a la ignorancia– ponen trabas o prohíben la instalación de más antenas. En el Perú debería haber al menos 22 mil antenas y unas 10 mil en Lima para tener un servicio adecuado, pero hay menos de 8 mil y 3,900, respectivamente.

Al margen de ello, cabría preguntarse por qué, si las operadoras saben que la infraestructura es insuficiente, siguen vendiendo equipos como si estuvieran en campaña todo el año, ofreciendo planes y coberturas y velocidades de conexión y calidades de servicio con los que saben perfectamente que no van a poder cumplir. (Por eso la batería de su equipo dura menos de lo que debería, las llamadas se cortan y el servicio de Internet es intermitente).

Sin más antenas, una manera de incentivar la inversión es reduciendo y equilibrando el costo de terminación de llamadas (CTLL lo que cobra, por ejemplo, Telefónica para que las llamadas de los demás operadores lleguen a sus teléfonos en su red). Por ocho años se permitió que Claro le cobrara a Telefónica bastante más que lo que esta le cobraba a aquel. Gracias a ello, Claro amplió su red de servicio y a la vez obtuvo un beneficio adicional de US$30 millones cada año. ¿Por qué pagaba menos? Porque, si una red tiene pocos celulares, la mayoría de las llamadas terminarán en red ajena.

Hoy se busca dar ese tratamiento (mucho más acotado en plazos, precios y beneficios) a Bitel y a Entel, que podrían mejorar sus ofertas y promociones, y así hacer el mercado más competitivo. Pero alguien se opone.Claro, ¡son 30 millones!