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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

El Poder Ejecutivo está lleno de topos. Hay una sensación creciente de que todo lo que se discute con cierta reserva en el gobierno termina, de alguna manera, difundiéndose o filtrándose. Que documentos de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) que denuncian un delito de corrupción en el Minedu por compras de computadoras terminen en un programa de TV en su camino al Ministerio Público es raro. Más aún si solo cuatro gatos tienen acceso a esos documentos. Que el ministro de Defensa aparezca besándose con su pareja una vez puede ser casualidad, que aparezca más veces no deja dudas de que los estaban siguiendo para denunciarlos.

PPK y su gente tienen cuatro meses en el gobierno. En ese lapso han tenido el asunto Moreno, los Panamericanos, el asunto Boza, la acusación a Gilbert Violeta por vender escaños como si fueran entradas al fútbol, el incendio en el almacén del Minsa, la expulsión del congresista Vieira, la mencionada denuncia por compras dirigidas en el Minedu, la "inopinada" salida de Nadine Heredia del país y un ministro que renunció por amor.

La responsabilidad es enteramente del gobierno y en ninguno de estos casos corresponde echarle la culpa a la oposición. Que estos hechos se hagan conocidos es bueno para el país, aunque sea negativo para el gobierno. Este, aún con sus fallas, debería evaluar la probidad y las lealtades de la gente a la que tiene en los ministerios. Tiene que aprender a matar a sus pulgas y a sus topos.

Los soplones están ahí desde hace dos, tres o cuatro gobiernos y son muchísimos, sin contar los que PPK y su gente llevaron o devolvieron al aparato del Estado y que tienen las lealtades, cuando no en conflicto, en otros actores. A fumigarse.