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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Las inversiones seguras existen, pero cuanto más seguras son, menos rentables resultan. Ejemplo: el mecanismo de inversión-ahorro más seguro que existe a su alcance –salvo que pueda comprar bonos del Tesoro de EE.UU.– es el plazo fijo. Las tasas para depósitos de S/10,000 a un año, según la SBS, varían entre 1.25% (Interbank) y 7% (Financiera TFC). Un banco es, en el Perú y al menos en teoría, más seguro que una financiera y, por eso, retribuye menos.

La relación entre el riesgo atribuible a una inversión determinada y la rentabilidad es muy estrecha. En el otro extremo del ejemplo anterior está la inversión en un boleto de la Tinka: por S/4 se puede llevar S/3.5 millones, pero si no gana, pierde el 100% de su inversión. Una inversión bajísima con un retorno altísimo conlleva una probabilidad altísima de que usted pierda sus 4 soles sin ganar nada.

En el Perú nos pasa eso todos los días con inversionistas de fuera. Hay proyectos de inversión en infraestructura a montones y no nos visitan los más grandes inversionistas. ¿Por qué?

Ayer conversaba con una autoridad y especialista en el tema de asociaciones público-privadas y me explicaba que un síntoma inequívoco de que las cosas se están haciendo mal es que los postores para esos proyectos sean empresas de segundo o tercer orden. A las mejores del mundo no les interesa invertir en proyectos aislados con procesos de adjudicación poco transparentes, tan perforados y tan vulnerables y con una predictibilidad que depende de cuán dispuesto esté el postor a mezclarse en actividades al margen de la ley: una coima puede decidir un concurso o un fallo judicial. La versión macro del roba pero hace obra. Felizmente, eso ha empezado a cambiar.