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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Al cierre de esta columna, el debate alrededor de la investidura del Gabinete Zavala aún no terminaba. "Cuidadito que este gobierno sea la continuidad del gobierno del presidente Humala", escucho advertir al congresista Segundo Tapia insistiendo en lo señalado por varios de sus compañeros de bancada.

Entre ellos, Luis Galarreta, que pedía precisiones en un discurso de presentación de un nuevo gabinete completo y Lourdes Alcorta, pidiendo deslinde entre lo hecho por Humala y los demás presidentes con una cantidad tal de sangre en el ojo que uno solo puede sentir alivio de que Fujimori haya quedado segunda. Otras veces, Alcorta despertaba la duda sobre si tenía claro de quién hablaba y a quién se estaba dirigiendo, pues cuando dijo "impresentable aventurero de la política" uno no sabía si hablaba de Humala o del felón que le da nombre a su movimiento y que está preso en Barbadillo por múltiples delitos.

V.A. García Belaunde, de AP, además de decir "este gobierno no se desteta (del de Humala)", recomendó a los ministros que no se hagan ilusiones de durar los cinco años en el puesto a propósito de la mención reiterada del bicentenario por parte de Zavala. Como si el plan de gobierno cambiara con el gabinete.

Previsiblemente, la oposición trató de fijarse más en lo que no dijo Zavala que en lo que sí dijo: objetivos firmes, claros y verosímiles en salud, educación, infraestructura, derechos civiles, equidad, seguridad, lucha contra la corrupción, inclusión y acercamiento del Estado al ciudadano. Para este servidor, los puntos flacos estuvieron en formalización y reactivación económica: mucho humo, muchas buenas intenciones. No se puede pedir una pauta pormenorizada, pero, quizás, con un par de ejemplos bien aterrizados detrás de algunas propuestas clave, hubiera bastado para dejarnos contentos a todos. ¿Será para la próxima?