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Luis Davelouis: Fujimorismo en esteroides II
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Recién en 1991 es que Alberto Fujimori se entera cabalmente de cuántos tentáculos cojeaba el tío Vladi y decidió abrazarlos todos. Hay quien dice que la oportunidad hace al ladrón, pero yo creo que quien no es ladrón no lo será ni siquiera teniendo la oportunidad.
Una de las mentiras más groseras del fujimorismo tiene que ver con ello: Fujimori no sabía de las andanzas de Montesinos mandando a desaparecer a los enemigos del régimen, poniendo y quitando jueces y fiscales y magistrados del JNE y del TC, haciendo firmar actas de sujeción a los miembros de las FF.AA., extorsionando a narcotraficantes, utilizando vehículos del Estado para sacar droga del país, dictando titulares desde el SIN, comprando y digitando congresistas, portadas de diarios y alquilando medios de comunicación con dinero en efectivo y filmándolo todo. Si lo sabía y no hizo nada, era cómplice; si no lo sabía, era un idiota.
Hoy, su hija Keiko –quien asegura que hace política desde 1996– pretende que creamos que i) ella no sabía que papi y su tío Vladi eran un par de delincuentes; ii) no sabe de dónde sale la plata de Joaquín Ramírez, secretario general y dueño de tres locales de su partido, financista de su campaña y miembro de su círculo íntimo; iii) que no es investigado por la DEA; iv) que José Chlimper, el vicepresidente que no le han tachado, intentaba ser transparente al entregar audios manipulados para desbaratar un testimonio que perjudica a Ramírez.
Votar por Keiko es votar por las mentiras del fujimorismo y sus muertos, por el clan de los Ramírez y su dinero oscuro; por la minería ilegal y la explotación sexual infantil que esta se procura y alimenta; por los fanáticos religiosos que predican odio, ignorancia e intolerancia; por las combis asesinas y todas sus multas impagas y crímenes impunes.
Keiko en el 2016 es peor que su padre en 1990.
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