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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

LC tenía 12 años cuando su violador la embarazó. No era la primera vez que esto sucedía. Ni la última. A los 13 años supo que estaba embarazada y decidió suicidarse. Eso es lo que le hace el daño sistemático, físico y mental, a una niña que se va quedando sola. Porque, ¿qué puede compartir una niña de 12 años, cuyos genitales son destrozados una y otra vez por el sexo forzado con un adulto, con otras niñas de su edad?

La petición de aborto terapéutico no fue concedida por el Estado. La niña debía someterse a una operación para no sufrir un daño que le impidiera caminar de por vida. No se la dieron. La violaron por años, la embarazaron y ahora es tetrapléjica. Magna justicia.

El martes, cuatro congresistas sin vagina ni útero que no pueden ser violados y embarazados –Octavio Salazar, Julio Rosas y Juan Díaz Dios, y Mariano Portugal–, se aseguraron de que lo que le pasó a LC se convierta en regla. Si el violador embaraza a una niña de 10 años, aunque tal embarazo ponga en riesgo su vida o salud, esta no puede abortar. Hay que ser un poco imbécil o muy cruel y convenido para sostener una decisión como esta, incluso en contra de la opinión técnica del Ministerio de Salud, la Defensoría y la OMS. Y en el colmo del ridículo, por presunta presión de Rosas, la asistente del fiscal de la Nación, Silvia Romo, solicita que se coordinen acciones legales contra Julio Arbizu por "apología al aborto", delito que, por supuesto, no existe y aun así fue admitido. De locos.

Despenalizar el aborto en casos de violación es una necesidad de salud pública. Cada día 50 mujeres son violadas: 37% en su casa, 75% son menores de edad, menos del 1% son defendidas por el Estado. Solo 36% denuncia.

¿Obligarías a tu hija a llevar en el cuerpo la marca de los dientes de su violador?