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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

No tengo US$100 millones en el banco ni 80 años. Empiezo con eso porque me han dicho que esos son dos pre-requisitos que debe presentar alguien para que usted se sienta interesado en hacerle caso. Porque me aseguran que usted escucha a todo el mundo, pero que solo se hace caso a usted mismo. Imagino, porque usted es el único de entre quienes lo rondan que podría tener esa plata y tiene esa edad.

Me dicen también que usted desprecia profundamente la política; que la considera un oficio menor, de gente pequeña que debe vivir engañando sistemáticamente a otra gente para que la elijan y la mantengan. Me dicen que usted encuentra despreciables a quienes negocian su apoyo a cambio de alguna prebenda, sobre todo cuando se trata de apoyar iniciativas que benefician a la sociedad en su conjunto, que impactan en el bien común y que trascienden individuos y partidos.

Presidente, en un mundo justo en el que los hechos y la evidencia científica importaran tanto como los principios y la ética porque la acumulación material no constituye el motor que mueve a las sociedades y ha devenido en constituyente fundamental de su identidad, su enorme desdén y asco por la política ratoneril tendría lugar. Lamento informarle que, desgraciadamente, Sr. Presidente, no vivimos en ese mundo.

Vivimos en un mundo en el que a las ratas se les mata o, en el mejor de los casos –si se es crudi-vegano, unicornista, hindú o discípulo junkie del new age– se les aísla y mantiene a raya. Vivimos en un mundo en el que hay un montón de miserables que piden negociar antes de apoyar normas para que los chicos puedan ir al colegio y a la universidad sin que los engañen. Vivimos en un mundo al que no le importa nada más que su bolsillo.