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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Le decía que simpatizo en parte con su mirada hacia la política y sus actores. Que también encuentro terrible y de miserables que un sujeto negocie un voto para poner un caño a condición de que se contrate a su pariente para poner ese caño.

El problema es que en un mundo en el que la obtención de renta se pone por encima de cualquier otra consideración, ser principista sin ser práctico es un gran riesgo. A las ratas, le decía ayer, se les mata o aísla. Uno no normaliza su vida para incorporarlas ni les pone casa, seguro social ni derecho a voto. Y la razón es simple: la rata no puede ser quien no es porque ni siquiera puede imaginar otra cosa.

Odebrecht acaba de reventar y todos estamos pendientes de los detalles y, sobre todo, de los nombres. En gran medida, porque involucra a más gente de la que uno está dispuesto a imaginar, pero también porque es la gran oportunidad de las ratas de demostrar que, en el fondo, todas son ratas. Depende de usted y de su equipo demostrar que no es así: caiga quien caiga, sin importar si uno se llevó 50 millones y otro en cambio solo 10 mil o uno antes y otro después. Todos los corruptos condenados y/o presos, no importa si no cumple condena por prescripción. El mensaje debe ser fuerte y claro: le robas al país y te jodes de por vida.

No retroceda. Y si lo hace pensando que ello servirá aunque sea para sacar los cuatro proyectos por los que quiere ser recordado, piense que solo se convertirá en un cómplice de todos a los que les da igual la justicia, la ética y el Perú republicano que Ud. prometió. La mejor manera de ser intrascendente es no hacer olas y, en épocas como estas, la intrascendencia es complicidad.