Luis Davelouis: Crimen organizado

El embajador de EE.UU., Brian A. Nichols, sostuvo ayer que "es importante (fortalecer la UIF) para formar parte de la OCDE, también para las relaciones tributarias entre EE.UU. y el Perú, y la lucha contra el crimen transnacional", y agregó que "no hay manera de seguir con esa lucha (contra delitos internacionales que involucran también trata de personas, tala ilegal, narcotráfico y falsificación de dinero) sin una UIF fuerte, empoderada y eficaz".

El presidente de la Comisión de Constitución, Miguel Torres de Fuerza Popular, sigue en sus trece: el secreto bancario solo lo pueden levantar un juez, un fiscal o una comisión investigadora. El Ejecutivo, en su propuesta, incorpora la figura de un juez ad hoc (especializado y a dedicación exclusiva) precisamente para que dicha reserva siga siendo levantada, si lo amerita el caso, por un miembro del Poder Judicial.

Torres dice que la UIF no debe poder compartir información con los organismos electorales porque, según él, solo un oficial de la UIF garantiza que la información a la que accede no sea divulgada. El resto lo puede publicar en su página de Facebook. Así de ridículo.

Con esta actitud, que parecía depuesta, el fujimorismo quiere mantener a la UIF en la misma situación del policía de tránsito amordazado, sin pito y con las manos atadas. En todo el mundo civilizado y en toda América Latina, menos en el Perú –principal productor de coca del mundo, mira tú qué coincidencia–, la UIF o su equivalente tienen acceso al secreto bancario y tributario porque es la única manera de enfrentar el flujo de dinero producto del crimen organizado, la delincuencia y la corrupción.

Por los bancos peruanos pasa el 70% del dinero sucio. Señores fujimoristas, háganse una y cumplan la palabra de su jefa de bancada.