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Luis Davelouis: Corazón partío I

“En el esfuerzo por ‘pasteurizarse’, Keiko Fujimori pasó por encima de viejos amigos y antiguas lealtades y prefirió quedarse con sus nuevos –y más platudos– amigos”.

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La mañana de ayer el congresista Pedro Spadaro no soportó el desorden mientras se elegía al nuevo contralor –ni, al parecer, su propia frustración– y soltó un "todavía no se sabe [quién es el presidente, pero] por lo menos el Congreso ya sabemos de quién es" en alusión al hecho de que su partido ha conseguido 73 escaños de 130 (56%) en el próximo Congreso. Es cierto, luego se disculpó, pero nadie dice lo que no quiere decir. Sobrecoge imaginarse que, además del Congreso, "tuvieran" la presidencia, ¿no?

Es interesante que se refiera a ello, sin embargo. Fuerza Popular, la última encarnación del fujimorismo, no es –quizás menos que nunca– un partido monolítico. Que Kenji, el congresista más votado del país, no se presentara a votar por su hermana Keiko es un gesto con una declaración muy poderosa dentro que ha hecho evidente una fisura en el corazón de la franquicia fundada por Alberto y Vladimiro.

En el esfuerzo por "pasteurizarse", Keiko Fujimori pasó por encima de viejos amigos y antiguas lealtades y prefirió quedarse con sus nuevos –y más platudos– amigos. Le llamó la atención a Kenji en cadena nacional cuando este hizo pública su legítima ambición de ser candidato a la presidencia. "En el 2021 no habrá ningún Fujimori postulando", dijo Keiko. Pero eso era si ganaba; ahora, aunque haya perdido con el 49% de los votos, igual carga dos derrotas y una mochila que Ramírez y Chlimper se han encargado de hacer más pesada. Kenji y los antiguos secuaces de Alberto tienen más sangre en el ojo que el promedio de fujimoristas. Además, sin un liderazgo en el Ejecutivo que los agrupe y ponga en línea, es posible que todos los invitados de FP se sientan en la libertad de negociar sus propios intereses y agendas regionales con el Ejecutivo. Ese, el de la billetera.