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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

El chantaje presupuestal, usado por todos los gobiernos a lo largo de toda la historia del Perú, debe desaparecer. La práctica, que adquirió dimensiones corleonescas con "papapa" Camet en el gobierno de Fujimori, es hipócrita y estúpida, toda vez que desde el MEF se viven quejando de que la falta de institucionalidad es una traba para la inversión y el desarrollo. Se predica mejor con el ejemplo.

Dicho esto, si en el gobierno sienten que no tienen las herramientas para empujar su propia agenda y que tienen que recurrir a este tipo de conductas ilegales (eso de los grises es un eufemismo ultra monse), mandar a Thorne a chantajear a Alarcón era como mandar al Chavo del 8 a extorsionar a Batman. Esto, sin considerar que usar el nombre del presidente –algo gravísimo en sí mismo– es como poner la cabeza de PPK en la guillotina de la mototaxi naranja.

Thorne debe renunciar antes de que esto se convierta en un circo que dañe (más) la imagen del presidente y debilitando (aún más) al gobierno que, a la fecha, parece que sigue sin darse cuenta de la campaña que hay para bajárselo antes de 2021. Si hace su tarea, el fujimorismo lo invitará a comisiones durante semanas para luego interpelarlo y terminar censurándolo. Jugará con él como una orca con una foca, por diversión y porque es más fácil comérsela con los huesos rotos.

Por otro lado, es casi seguro que –contra toda evidencia o sentido común– el ministro Basombrío sea censurado. Ya ha sido anunciado y si no pudieron salvar a Saavedra, al que hasta mi vecino defendió llamando asquerosos a quienes se lo querían cargar, a Basombrío no lo salva ni la virgen milagrosa. Así que insisto: a él le toca salir disparando y hacerle un bien al país.